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abril 26, 2024
Alveiro MUNDO

PIONEROS DE INCLUSIÓN FINANCIERA (Raiffeisen y Schulze)

Raiffeisen y Schulze

Por: Alveiro Monsalve Z.

Consultor

Según la ONU, en el mundo hay 2.500 millones de personas sin acceso a los servicios financieros de los bancos. Por tal motivo el Grupo Banco Mundial, en 60 países, se ha comprometido a desarrollar un programa denominado Iniciativa de acceso universal a los servicios financieros. Es que el 75 por ciento de los más pobres del mundo no tiene cuenta bancaria. Expertos calculan que la inclusión financiera contribuye a reducir la pobreza.

Suele definirse la inclusión financiera como el acceso fácil y oportuno de las personas y empresas a productos financieros útiles y asequibles que satisfagan sus necesidades en transacciones, pagos, ahorros, crédito y seguros, prestados de manera responsable y sostenible.

La tecnología financiera digital, entre ésta el uso de teléfonos móviles a nivel mundial, han facilitado como nunca, la vida cotidiana de las personas, familias y empresas.  Se estima que la inclusión financiera propiciará 7 de los 17 objetivos de Desarrollo Sostenible en el mundo, en los próximos 10 años.

Pero esto no debe ser un negocio más para acrecentar y preservar el capital financiero de los grandes bancos en el mundo. Al grupo G-20, cada año, y al Foro Económico mundial reunido anualmente en Davos Suiza, les interesa particularmente el tema. Sabido es que las naciones con más alto nivel de industrialización y desarrollo en el mundo asientan su riqueza en la seguridad y expansión del capital financiero.

Sin embargo, hay alternativas que permiten alcanzar una mayor inclusión financiera para los más pobres. Las organizaciones de la economía solidaria con actividad financiera pueden llegar a ser un excelente medio para lograr, además, inclusión social, ambiental y sostenible.

Inclusión solidaria

El poder de la mutualidad, la eficacia de la cooperación asociativa, el modelo cooperativo como empresa y asociación y modelos financieros como los bancos cooperativos, las cooperativas de ahorro y crédito, las cajas de ahorro popular, la banca ética, los bancos comunales, la banca de oportunidades, los bancos comunitarios, los fondos mutuales o las monedas sociales en ambientes locales y específicos, son modelos alternativos mediante los cuales se puede hacer inclusión financiera.  Finanzas con sentido humano. El capital no para el lucro de unos pocos, sino para el bien común en general. Tecnología digital armonizada con la mutualidad social.

El origen del ahorro mutual es tan antiguo como la humanidad. La gente unida, asociada para ayudarse mutuamente, ha demostrado que es posible crear poder económico entre los débiles para construir bienestar común y prosperidad social. En este modelo sui generis de inclusión financiera, la ayuda de los pobres por sí mismos, con prácticas de ayuda mutua, puede acrecentar el ahorro y consolidar el crédito productivo.

Cajas sociales de ahorroHenry Duncan (1798) fue nombrado ministro de la iglesia parroquial Ruthwell en Dumfriesshire.

En Gran Bretaña y en Alemania, se forjaron las primeras experiencias de inclusión financiera solidaria.

Empecemos por Escocia, hacia 1798, cuando Henry Duncan fue nombrado ministro de la iglesia parroquial Ruthwell en Dumfriesshire. Duncan fundó en 1810 la primera caja de ahorros comercial del mundo, que a su vez hizo parte del Trustee Savings Bank. Desde ese año, el modelo de cajas de ahorro se expandió en Gran Bretaña, hasta el punto de lograr que el Parlamento inglés lo apoyara, favoreciendo así a miles de hogares y familias.

Duncan organizó en su parroquia la compra de lino para que las mujeres hilaran en sus casas y motivó a los hombres para establecer granjas modelo y construir caminos con el fin de sacar sus productos al mercado. Reactivó una sociedad local de socorros mutuos e importó grano a precios mayoristas. Todo esto se logró mediante el ahorro mutuo de sus feligreses que apoyaron entusiastas la creación de su propio banco parroquial, en 1810. Hasta los terratenientes apoyaron esta iniciativa emprendedora.

Antes de ser sacerdote, Duncan había trabajado en un banco, en Liverpool, por lo que podía combinar su sensibilidad social con experiencia en los negocios financieros. La idea era práctica y sencilla. La gente podía abrir una cuenta de ahorros con poco dinero. Los depósitos eran llevados al banco comercial local y sobre ellos se liquidaba una tasa de interés del 5 por ciento. Los titulares recibían el 4 y el 1 por ciento restante era destinado a un fondo común de caridad y a pagar a los titulares intereses escalonados de largo plazo. Alcanzaba para cubrir la administración del banco; Duncan no recibía sueldo. Lograron así, construir una escuela para el pueblo.

Este nuevo modelo de Cajas de ahorro resultó fácil de reproducir. Hacia 1815 ya había de estas cajas de ahorro en todo el Reino Unido y posteriormente en Europa y en Estados Unidos. Hoy en día el TSB Banc, incorporado al Lloyds Banking Group, actor muy principal del sistema bancario mundial, tiene su origen en esta experiencia mutualista.

Pero las cajas de ahorro tenían sus riesgos, derivados de ciertas fallas en la propiedad colectiva de los fondos comunes. En 1848 una Caja quebró en Rochdale, Inglaterra, a 16 kilómetros de Manchester, y entonces la gente pobre, con su poco dinero, comenzó a adquirir las participaciones sociales que ofrecía la cooperativa de los justos y equitativos pioneros de Rochdale, fundada en 1844.

Así que el movimiento cooperativo se originó accidentalmente en la quiebra de una pequeña caja de ahorros que tenía la clase trabajadora de Rochdale para enfrentar las terribles situaciones de pobreza de la época. Era una forma de hacerle frente a la temida «Ley de los Pobres» que existió por más de 400 años en Inglaterra y Gales. Sin embargo, las cooperativas de consumo, como la de Rochdale, no podían otorgar créditos.

Hermann Schulze en lo productivo

Por esa época en Alemania se había abolido la servidumbre y surgía, por tanto, una nueva clase de agricultores independientes que dependían ahora del sistema de mercado. Los artesanos y agricultores, organizados en gremios, tomaron cada vez más fuerza, pero su prioridad no era el crédito.

En 1848, en medio de las revoluciones liberales que convulsionaron a Europa, surge el nombre de Hermann Schulze, funcionario judicial de su ciudad natal Delitzch. Elegido miembro de la Asamblea Nacional de Prusia investigó la situación de los trabajadores, pequeños comerciantes y artesanos.

El estudio lo motivó a crear una sociedad de socorros mutuos y fundar una asociación de zapateros para el suministro de materias primas. Después, en 1850, fundó la primera asociación de crédito para gente pobre. Los filántropos aportaban dinero a la asociación y los demás miembros se unían gremialmente para satisfacer sus necesidades. Esta asociación se constituía en un hibrido entre una sociedad filantrópica de capital y una cooperativa de ayuda mutua.

Emulando un banco de propiedad de ahorradores y prestatarios que había en Eilenburg, Hermann Schulze modificó en 1852 la asociación que había creado en forma de banco, para convertirla en una institución propiedad de sus asociados. Y esto dio origen a las actuales cooperativas de ahorro y crédito.

Federico Raiffeisen en la ruralidad

Por la misma época, comenzó a destacarse por su espíritu social Federico Guillermo Raiffeisen, alcalde de una aldea, Weyerbuch, al margen río Rhin. El entorno era diferente al de Hermann Schulze: en lugar de las planicies prusianas con grandes plantaciones de trigo, nos encontramos ahora en un área montañosa y boscosa, con pequeños establecimientos agrícolas y aldeas campesinas. También aquí la terrible hambruna 1846-1847 fue el detonante de la acción solidaria.

Según el libro “El hombre que venció la pobreza”, Raiffeisen comenzó distribuyendo pan y patatas entre los pobres, pero no era suficiente. Así que compró harina al por mayor y estableció una exitosa panadería cooperativa con bajos precios. Creó una asociación de compra de reses para los productores, que podría compararse con una cooperativa de suministros agrícolas actual. Después hizo frente al problema de la usura.

En 1849, con 300 libras obtenidas de algunos patrocinadores ricos creó el primer banco de préstamos en Flammersfeld, y luego, en 1854, un segundo en Heddesdorf. Ante la frecuente morosidad en el pago de los créditos, los mecenas dejaron de apoyar a los recién creados bancos.

En 1862 Raiffeisen conformó una tercera sociedad en Anhausen y llevó a cabo la misma idea creativa de Schulze: la transformación de la filantropía, en cooperación asociativa.  Los agricultores se convirtieron en asociados dueños de su propio banco. Mediante la forma cooperativa, se combinaba el ahorro y el crédito, con el esfuerzo mutual de los miembros asociados.

En los años posteriores, ambos modelos de ahorro y crédito, el de Schulze y el de Raiffeisen, aunque diferentes, dieron origen a los bancos cooperativos actuales. Se fueron refinando en su estructura, características y normas legales, y en movimientos sociales y uniones hasta llegar a la muy poderosa banca cooperativa alemana de hoy.

Según el historiador cooperativo Henry Wolff, la genialidad de Schulze y de Raiffeisen residió en beneficiar, mediante la ayuda mutua, a las personas de bajos ingresos. Magnífico ejemplo de innovación social, con inclusión financiera sostenible.

 

Según la ONU, en el mundo hay 2.500 millones de personas sin acceso a los servicios financieros de los bancos.

 

 

 

 

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