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octubre 16, 2024
José Alcibiades

El cambio, un desafío personal

Por José Alcibíades Guerra Parada

Economista, Especializado en Administración Financiera

A veces en nuestras actividades diarias experimentamos contratiempos, desaveniencias y desilusiones con diferentes personas y en variadas situaciones, y casi siempre pensamos que los demás o las circunstancias son las que deben cambiar para mejorar nuestras vidas. Nos olvidamos de nosotros, de nuestra gran responsabilidad, que realmente el único y verdadero cambio que efectivamente puede transformarnos es el que empieza y se realiza dentro de nosotros mismos, por iniciativa propia.

Día a día el hombre ha ido perdiendo los valores, su autoestima y la costumbre de utilizar su máximo poder: el creador. Este poder es el que debemos buscar dentro de nuestro mundo interior. Su búsqueda es un proceso continuo de transformación, un reto, una actitud positiva frente a la vida basada en la confianza, en la iniciativa, en el amor propio y en el estudio permanente de nuestra interioridad. Solo así obtendremos seguridad y grandes satisfacciones en nuestras actividades cotidianas y entenderemos las razones básicas de nuestra existencia y de los desafíos que se nos presentan. Ciertamente hay una gran necesidad de seres con calidad humana, motivados, decididos, luchadores, que no tengan miedo ni flaqueen en los momentos difíciles de la vida, que deseen vencer los obstáculos y alcanzar su prosperidad y por ende su realización personal.

El conocernos mejor, autoevaluarnos, aceptar consejos a tiempo, actuar sanamente de acuerdo con nuestras convicciones, reconocer nuestras debilidades, aceptar nuestros errores, tomar los correctivos necesarios; saber pedir perdón, perdonar sinceramente a quienes nos ofenden y saber escuchar más de lo que se habla, son aspectos que no debemos olvidar, si deseamos realmente cambiar y encauzar nuestras acciones hacia la búsqueda de la paz, el equilibrio emocional y la vivencia en armonía.

Sabemos que no podemos ayudar a crear un mundo mejor si no hay tolerancia, sino se acepta a los demás como son, si no hay participación activa, auténtica y decidida en la búsqueda de este potencial, sino hay un compromiso personal que nos conduzca a mejorar cada día y lograr una comprensión clara y profunda de la verdad.

Es fundamental ser sinceros con nosotros mismos, valorarnos, querernos, observarnos y comprometernos, así como interesarnos por los demás, siendo creativos y justos, para convertirnos cada uno en realizadores y escultores de nuestra propia imagen. No olvidemos que en la vida solamente hay dos clases de hombres, los que tienen ideales, metas, carácter y los que están vencidos por ellos mismos, estos son estáticos y los doblega siempre el pensamiento negativo. No podemos esperar que el mundo cambie, que los tiempos cambien para nosotros cambiar, actuemos de inmediato y busquemos la orientación necesaria haciéndole caso a la voz de la conciencia. Adoptemos una posición flexible de cambio positivo, de autocontrol, de no ceder a la adversidad y aprender siempre de los fracasos. Todo en aras de promover nuestra propia sinergia, nuestra verdadera proyección del desarrollo humano.

Se nos ha dado la capacidad de generar nuevas ideas y darles forma física, busquemos la mejor manera para alcanzar la armonía entre el cuerpo, el alma y el espíritu, haciendo que nuestras acciones sean más creadoras y trascendentales, controlando las emociones, no prometiendo cosas que no podemos cumplir y orientando siempre nuestra energía al servicio, solidaridad y bienestar de nuestros semejantes.

¡Seamos activos, tomemos conciencia, explotemos esa fuerza imaginativa y estampémosle nuestro sello personal!

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