Conmigo o contra mi, propósito para el año nuevo
Por Alfredo Alzate Escolar
Gestión Solidaria
Para poder verse uno mismo, toca pararse frente a un espejo, incluso alejarse lo suficiente para que la imagen cuadre. Debe ser por eso qué todos sabemos que debe hacer el amigo, las personas más cercanas, nuestros enemigos o contradictores y hasta el Gobierno. Todos sabemos que debe hacer el otro, pero pocos queremos saber o aceptar lo que debemos hacer nosotros para nosotros.
Damos cientos de consejos a nuestros hijos y allegados todo el día. Claro, queremos advertirlos para que no cometan los mismos errores que nosotros cometimos. Sabiendo que ellos tienen una vida completamente diferente. Bajo la excusa de la protección, queremos guiarlos para que, seguramente, ellos hagan cosas distintas. Y así nosotros probar si nos equivocamos en un momento determinado, y reclamar que tenemos la experiencia.
Opinamos sobre cada cosa, tenemos una opinión de todo. Nuestro cerebro reptiliano nos domina a pesar de millones de años de evolución. Claro, los depredadores ya no están solo en lo físico, también en lo virtual. Dependiendo mi posición pertenezco o no, formo parte de un grupo o no. Incluso de un bando u otro.
Mi imagen pública puede estar ahí. Mis consejos también dependen no solo de mi experiencia. A esto se suma mi posición lograda por identidad y pertenencia a determinado grupo social. Mi imagen pública se empieza a construir a partir de símbolos, aunque yo insista en que soy único e irrepetible, puedo estar vistiéndome, educándome o entreteniéndome de acuerdo a esa identidad propia que permanentemente estoy construyendo y que quiero proyectar.
Ahora. Sí quiero decir que soy apto para un mundo moderno, debo transmitir intelectualidad tecnológica, tener una cuenta en una plataforma streaming y dominar los términos en inglés del mercadeo y las redes sociales. Citar de vez en cuando una nueva serie y reemplazar la bibliografía de los clásicos por la frase o capítulo de la plataforma de moda, Incluso tararear uno que otro párrafo de una canción de reggaeton, todo muy incluyente y liberal. Antes era posible ponerse una bufanda y tener una pipa para hablar de Jean Paul Sarte, Simone de Beauvoir o Borges, tener una mochila o en el caso contrario un costoso maletín de cuero acompañado de una corbata con un nudo windsor, preferiblemente de color oscuro o en el caso de las señoras de éxito una costosa cartera Lui Viton.
Ahora, si usted quiere parecer interesante cite Byung-Chul Han y su posición sobre la explotación del hombre por el modelo económico, inclusive la auto explotación personal impuesta por la falta de oportunidades corporativas que obligan al individuo a pensar en el emprendimiento como una forma de emancipación, mientras guarda su computadora de manzana en una mochila wayuu. Ese es otro cuento.
Claro, dependiendo del lado de la calle que escojamos nuestros consejos tenderán a ser más parecidos a un modelo u otro. Esa identificación social no está llevando a que la tolerancia se pierda en el proceso de identificación de las múltiples ideas. Seguimos luchando porque nuestra forma de ver el mundo se imponga y así como damos consejos a los más cercanos nos esforzamos por gritar que nuestro modelo es el que nos va a llevar al éxito.
Algunos grupos lo han logrado. Incluso mediante la manipulación de ese cerebro básico. Eso lo sabe la publicidad. Esos grupos no dan consejos como el buen padre, imponen ideas y la convierten en modelos, aprovecharse del pensamiento poco crítico y atemorizado de sus diferentes públicos a quienes los suman como parte de su rebaño lo que le fuerza sus ideas. Un ejemplo de ello fue la elección presidencial en Argentina y como se dio en el plebiscito para la Paz en Colombia o como se busca de manera permanentemente con la información de voceros técnicos de ONG y gremios financiados por detrás con recursos corporativos, los ejemplos son múltiples y del otro lado las posiciones ideológicas se acompañan con una extensa hoja de vida del intelectual que la expresa. El miedo es el principal impulsor de estos mensajes.
Me remito al primer párrafo. No puedo dar consejos, de pronto mi opinión. No tengo la respuesta. Pero mantendré mi posición de escucha y pregunta permanente para identificar cual es la razón y motivación de esa fuente informativa. Detrás siempre hay un interés. En algunos casos predomina el ego, la ventaja económica y la ganancia personal.
Lo que sí considero es que debemos buscar puntos de encuentro, puntos medios donde las propuestas sobrevivan por su eficiencia y no por la terquedad de mantenerlas para reclamar la razón. Ese será mi propósito para 2024.