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noviembre 22, 2024
EDITORIAL OPINIÓN

La marcha seguirá

Muchos esperan que por las fiestas de Navidad y Fin de año todo vuelva a la “normalidad”. Así lo espera también el equipo negociador del Gobierno. Alargar para que los paseos, las novenas frente al pesebre del niño Jesús y los voladores de fin de año, distraigan a quienes han salido a las calles a reclamar por sus derechos.

 

Como lo dijimos hace dos meses, hay un rechazo internacional al modelo económico, que pone al individuo como cliente y no como ciudadano. Aunque para Colombia sean los 13 o más puntos los que simbolizan lo que se puede cambiar inicialmente, frente a intereses políticos y de multinacionales que rigen el mundo.

 

El país asiste a su despertar. Para muchos un acto incómodo de algunas personas que han llevado incluso a la discusión familiar o a la discordia entre amigos, los mismos que antes se aplaudían y les daban mensajes de se gusta a través de sus redes sociales por cualquier monería que publicaban.

 

Ahora el tema, de poder hablar que está pasando, es un logro importantísimo. Es la toma de lo público más allá de un acto electoral. Mientras algunos rechazan el diálogo, son los jóvenes los que se han apropiado de ese tema político, el mismo que antes era de mal gusto en la mesa, junto al dinero, el fútbol y la religión, pero sobre los cuales se sustenta todo el imaginario social y nuestra identidad como pueblo.

 

En otros casos, una franja de la población dependiente de las ventas de la temporada, o convencidos de que la protesta social no llevará a nada, insisten en que esos jóvenes, muchos de ellos marchando al lado de sus padres, están pidiendo cosas que son imposibles y que es mejor dejar todo quietico. Es una forma de resignación. Lo que en psicología se denomina indefensión aprendida.

 

Cada quien tiene derecho a pensar como quiera, mas aún en un país donde la polarización es evidente después de 50 años de violencia. Donde unos fueron victimas de otros, mientras que en la ciudades poco o nada nos enteramos de conflicto armado. Como quedó evidenciado el 21N y 22N, cuando la manipulación sicológica del miedo saco lo más cobarde de nosotros y el temor de perder la estabilidad.

 

Poco ha respondido el Gobierno y el Congreso a las marchas, pareciera que estas solo valen cuando hay violencia. Siguen aprobando leyes y reformas de espalda a esa multitud de las plazas. Los consideran unos loquitos que pronto se calmaran. Y aunque los buñuelos, las natillas y lo voladores bajen la temperatura de estos días, los jóvenes volverán a las calles, como han hecho en París, Santiago, Lima, Buenos Aires… Nueva York y la lista crece. La gente ya se cansó.

 

 

 

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