La economía del decrecimiento
Por: Guillermo Arboleda Gómez
1. La economía del crecimiento a ultranza y la distorsión del concepto del desarrollo Crecimiento y desarrollo son dos cosas estructuralmente muy diferentes. Hoy, esta última noción se está alejando del concepto de crecimiento a ultranza, cuyo único indicador, el incremento del Producto Interno Bruto – PIB -, es la “quintaesencia” de los resultados de la economía, olvidando el especial concepto de equidad.
Sergio Boisier, el gran experto chileno en gestión territorial cita a Celso Furtado sobre este tema: «(…) Sin embargo la experiencia ha demostrado ampliamente que el verdadero desarrollo es principalmente un proceso de activación y canalización de fuerzas sociales, de avance en la capacidad asociativa, de ejercicio de la iniciativa y de la inventiva. Por lo tanto, se trata de un proceso social y cultural, y sólo secundariamente económico. Se produce el desarrollo cuando en la sociedad se manifiesta una energía, capaz de canalizar, de forma convergente, fuerzas que estaban latentes o dispersas.»
1 El paradigma dominante de toda la aventura del pensamiento de occidente, se ha caracterizado por su visión cartesiana, mecanicista y reduccionista de todos los fenómenos y realidades, con lo cual el proceso económico también es una analogía mecánica dominada por completo por ese tipo de pensamiento. De ahí que el crecimiento indiscriminado es el valor supremo de la modernidad capitalista y bajo esa concepción, falazmente, nos hacen creer que la vida de los excluidos “mejora” cuando la economía crece.2
La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, aseguró durante un encuentro con empresarios en Auckland este año, 2020, que “si bien el crecimiento económico es importante, y es algo que seguiremos buscando, por sí mismo no garantiza las mejoras de los estándares de vida de los neozelandeses. Nadie quiere vivir en un país donde a pesar de un fuerte crecimiento económico hay familias sin hogar, donde el medioambiente se degrada con rapidez o donde las personas con problemas de salud mental no reciben el trato que necesitan”.
3. En buena hora, la dirigente de un país evalúa los efectos de un crecimiento basado en la descomposición social y ambiental. Y no digamos de manera resignada que eso “sólo pasa en esos países”, porque eso sería considerar la batalla como perdida antes de intentarlo. Es evidente que está emergiendo una nueva corriente de pensamiento que cuestiona el protagonismo del crecimiento económico, y propone su sustitución por la tesis del decrecimiento. Esta propuesta fue formulada por primera vez por el matemático y economista rumano Nicholas Georgescu Roegen.
Por eso Holanda se atreve y avanza proponiendo un modelo basado en el decrecimiento económico, en el escenario de la post pandemia del Covid -19, abogando por la disminución urgente y controlada de la producción económica y el consumo en los hogares, con el propósito de establecer una nueva relación de equilibrio entre los seres humanos y el medio ambiente.
El crecimiento de cualquier tipo debe considerar que los sistemas son finitos y por lo tanto, cuando hay sobreexplotación, el sistema colapsa a menos que se reinvente. No podemos seguir limentando la codicia del crecimiento por sí, cuando vivimos como si tuviéramos dos planetas tierra a nuestra disposición, olvidándonos de nuestra apremiante reconciliación con las ciencias de la vida, de la tierra, del ser humano.
2. Economía del decrecimiento
“¿Puede una tierra finita, soportar un proyecto infinito?” Leonardo Boff
Aunque aparentemente nuevo, pues sólo muy recientemente algunos países la han acogido e impulsado, esta noción deriva del economista rumano Nicholas Georgescu Roegen, quien la describe en su obra “La ley de la entropía y el proceso económico”, de 1970. Georgescu-Roegen fue el primero en hablar de termodinámica y entropía como principios que gobiernan los procesos económicos; y cualquier tesis que intente reconciliar economía y ecología debe remitirse a él, padre de la bioeconomía, “un modelo económico basado en la producción de recursos biológicos renovables y la conversión de estos recursos en productos con valor añadido, como bioproductos, bioenergía y servicios. Surge como respuesta a los retos medioambientales y sociales actuales para garantizar el suministro y reparto justo de los alimentos, mitigar los efectos del cambio climático y reducir la utilización de combustibles fósiles. Además, permite generar oportunidades para el desarrollo económico y el empleo.”4
La economía del decrecimiento, nos remite a una de las leyes o propiedades de la teoría general de sistemas, la denominada ley de la entropía, que nos dice que todos los sistemas, dado un período de tiempo suficiente, tienden al desorden y al caos, incluso a su muerte. Ello a su vez nos lleva a un arquetipo sistémico o patrón que nos confirma esta ley de la entropía, denominado el límite del crecimiento, que nos dice que los sistemas finitos tienen un umbral, tope o frontera que si se desborda, violenta y pone en riesgo el sistema. El crecimiento crea un espiral de éxito, pero también va produciendo efectos colaterales ignorados que pueden ir en contra de ese éxito.
Una economía capitalista basada en el crecimiento a toda costa, donde su fundamento epistemológico es la visión antropocéntrica de todos los fenómenos, ha derivado en el sometimiento, explotación y ultraje de la naturaleza, incluyendo de paso al ser humano, considerado otro instrumento útil para lograr su irracional expansión.
Desde la revolución industrial se demarcó el camino de un crecimiento incontrolado de los procesos de producción, distribución, financiación y consumo fundamentados en la utilización de energía basada en los combustibles fósiles, desconociendo que el planeta tierra es un sistema vivo y finito. Hemos ignorado la ley de la entropía y el arquetipo sistémico del límite del crecimiento.
Ello configura el contexto y el pretexto de la economía del decrecimiento, que consiste en disminuir y revertir los patrones dominantes de producción y consumo, para armonizar las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza, al borde del colapso por su extrema cercanía al umbral del crecimiento; considerando con toda razón y con una visión solidaria y ética altruista, que será más costoso continuar con el crecimiento incontrolado, que detenerlo. Es una paradoja para el paradigma del crecimiento, porque a medida que se expande involucionamos y a medida que decrezcamos vemos despejado el camino para seguir evolucionando.
No podemos continuar el sendero que provoca la permanencia de una condición inapropiada. Si esta situación extrema ha sido el resultado de un crecimiento desmesurado basado en la descomposición social y ambiental, bajo la visión nublada del desarrollo y de la racionalidad económica, donde los únicos beneficiados son los dueños del capital, surge el decrecimiento económico con la óptica de la sensibilidad humana, basada en la supervivencia como especie y en la reconciliación con un sistema vivo y finito en proveer y asimilar recursos y desechos fósiles, como el planeta tierra.
Holanda podría estar entendiéndolo, según una nota de prensa aparecida en El Clarín de Chile en abril de 2020, en plena crisis mundial por la pandemia de Covid-19, en la que destacan como ese país avanza en el escenario pospandemia con la propuesta de un modelo económico basado en el decrecimiento:
“Al parecer Holanda es el país que con más fuerza está tomando el desafío de reestructurar su economía a partir de lo que nos toca vivir en el presente. En este contexto, 170 académicos holandeses han planteado un manifiesto en 5-puntos para el cambio económico post crisis del C19, basado en los principios del decrecimiento.
1) Pasar de una economía enfocada en el crecimiento del PIB, a diferenciar entre sectores que pueden crecer y requieren inversión (sectores públicos críticos, energías limpias, educación, salud) y sectores que deben decrecer radicalmente (petróleo, gas, minería, publicidad, etc).
2) Construir una estructura económica basada en la redistribución. Que establece una renta básica universal, un sistema universal de servicios públicos, un fuerte impuesto a los ingresos, al lucro y la riqueza, horarios de trabajo reducidos y trabajos compartidos, y que reconoce los trabajos de cuidados.
3) Transformar la agricultura hacia una regenerativa. Basada en la conservación de la biodiversidad, sustentable y basada en producción local y vegetariana, además de condiciones de empleo y salarios agrícolas justos.
4) Reducir el consumo y los viajes. Con un drástico cambio de viajes lujosos y de consumo despilfarrador, a un consumo y viajes básicos, necesarios, sustentables y satisfactorios.
5) Cancelación de la deuda. Especialmente de trabajadores y poseedores de pequeños negocios, así como de países del Sur Global (tanto la deuda a países como a instituciones financieras internacionales).”
5 En esta propuesta se aprecian con claridad las bases de la economía del decrecimiento, pero es importante destacar también lo que los impulsores de esta idea establecen como sus pilares, ente ellos el economista francés Serge Latouche, célebre ideólogo y partidario de este movimiento. Estos criterios son:
“Revaluar los valores individualistas y consumistas y sustituirlos por ideales de cooperación; reconceptualizar el estilo de vida actual; reestructurar los sistemas de producción y las relaciones sociales en función de la nueva escala de valores; relocalizar: se pretende reducir el impacto generado por el transporte intercontinental de mercancías y se simplifica la gestión local de la producción; redistribuir la riqueza; reducir el consumo, simplificar el estilo de vida de los ciudadanos. El Decrecimiento apuesta por una vuelta a lo pequeño y a lo simple, a aquellas herramientas y técnicas adaptadas a las necesidades de uso, fáciles de entender, intercambiables y modificables; reutilizar y reciclar: alargar el tiempo de vida de los productos para evitar el despilfarro. Evitar el diseño de productos obsolescentes”.
6 Tal vez sea el economista inglés Kenneth Boulding quien expresa con mayor contundencia el significado del decrecimiento cuando dice que: “quién crea que el crecimiento exponencial puede durar eternamente en un mundo finito, o es un loco o es un economista”.
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1 La cita aparece en un artículo titulado “¿Y si el Desarrollo fuese una emergencia sistémica?” publicado en 2003. http://www.yorku.ca/ishd/CUBA.LIBRO.06/DEL/CAPITULO3.pdf La cita de Furtado corresponde a un trabajo de éste, publicado 20 años antes: Furtado, Celso:
C. A Nova Dependencia, paz e Terra, 1982, Sao Paulo, Brasil – 1982
2. Harari, Yuval Noah: Homo Deus – Ed. Debate, 2016. p 231
3. https://www.laroca.net.co/?p=387
4 http://www.bioeconomiaandalucia.es/que-es-la-bioeconomia
5 https://www.laroca.net.co/?p=3506 https://ovacen.com/teoria-del-decrecimiento/
7 https://www.ecologiapolitica.info/?p=5495
Fotos: Ecología Verde
Economía Fácil