Financiación de emprendimientos colectivos por parte de empresas solidarias

Por: Juan Fernando Álvarez
Director de la especialización en gestión de empresas de la economía social y solidaria de la Pontificia Universidad Javeriana. Doctor en ciencias sociales y máster en economía social. Email: [email protected]
En estas notas queremos brindar argumentos para soportar que las empresas de economía social y
solidaria les es eficiente articular esfuerzos para financiar emprendimientos colectivos locales
que respondan a las necesidades de sostenibilidad de la economía y con ello satisfacer el principio de
“preocupación por la comunidad” al disminuir las brechas de información y oportunidades.
Los emprendimientos colectivos se diferencian de los emprendimientos individuales en el propósito de las iniciativas, la orientación participativa de la gestión, la polivalencia de sus beneficios y beneficiarios. No obstante, emprendimientos individuales o colectivos pueden ser ajustados a un modelo de negocios replicable y por tanto son susceptibles de impactar en múltiples formas en los mercados.
Uno de los efectos de la mundialización de los mercados es la tendencia a la estandarización de bienes y servicios bajo esquemas de valor en los que los precios bajos determinan en buena medida la decisión de consumirlos o no. En este contexto, la decisión del emprendedor
se complejiza porque al parecer “todo está hecho” y a unos precios inigualables. Sin embargo, esto no es del todo cierto ya que cuando se
logran alinear las necesidades globales con los vacíos de mercado para satisfacerlas, surgen inmensos espacios para emprender.
La pregunta que se deriva es cómo fomentar emprendimientos capaces de resistir la eficiencia económica de inmensos conglomerados productores de bienes y servicios donde aparentemente los pequeños emprendedores no tienen cómo competir. Para responder a lo anterior la teoría económica ha generado un inmenso andamiaje empírico que demuestra la importancia de reducir las asimetrías de información entre quienes tienen la información sobre los espacios de mercado y quienes tienen la intención de producir bienes y servicios, pero no saben cómo encontrar mecanismos de comercialización eficaces.
Entre el arsenal de instituciones que contribuyen a reducir las asimetrías de información están las Universidades, entidades como el SENA y más recientemente colonias de couching que acompañan a desplegar las potencialidades de emprendedores individuales. Si se busca impulsar el desarrollo de emprendimientos que potencien el capital productivo del país sobrevienen muchas preguntas. Nos quedaremos con tres que buscan relevar la importancia de la organización de la cooperación en los emprendimientos y su capacidad para brindar información que les
haga innovadores.
Por qué fomentar preponderantemente emprendimientos individuales, por encima de los sociales y los colectivos, si no existe evidencia empírica acerca de la eficiencia de uno con respecto a los otros. De hecho, participamos de una conferencia mundial en Naciones Unidas donde un conjunto de 100 investigadores de diversas partes del mundo presentamos en 2019 más de 100 estudios donde demostrábamos
la relación entre la orientación colectiva de los emprendimientos colectivos y la eficiencia en la contribución al bien común. Dicha reunión impulsó Resoluciones Internacionales que reconocen el rol de la economía social y solidaria en el desarrollo sostenible.

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Alineado con lo anterior, cabe preguntarse si los emprendimientos tradicionales están alineados a los grandes desafíos de economías sostenibles y, finalmente, cuál es el rol de modelos empresariales de la economía social y solidaria en la generación de espacios colectivos
para acompañar emprendimientos con capacidad de encontrar sostenibilidad en la producción, consumo responsable y un sistema de
comercialización eficiente.
Las respuestas a estas y otras preguntas requieren de una indagación con datos. No obstante, las prácticas de políticas públicas a nivel internacional comienzan a privilegiar los emprendimientos sociales y colectivos dado (2) que los individuales tienen un ecosistema propio que lleva décadas de desarrollo (3).
Por otra parte, los relatos difundidos por el movimiento de empresas de economía social y solidaria, atribuye a éstas una capacidad innata de
poner en el centro de sus preocupaciones la vida en todas sus formas, de hacer negocios con una orientación local y tener la responsabilidad de brindar una información completa sobre los mercados donde se desenvuelven sus asociados (todo lo anterior en sintonía con sus principios).
Si este relato es cierto, estas empresas serán proclives a emprendimientos sostenibles, a operar desde una dimensión local y generar ecosistemas de promoción a emprendimientos colectivos que faciliten la acción cooperativa en la orientación productiva, del consumo
y de la distribución.
Varios estudios de modelos exitosos de empresas de economía social y solidaria en Latinoamérica demuestran que el crecimiento empresarial abocado a la reinversión en emprendimientos colectivos en lo local, preserva lo que el profesor Ricardo Dávila denomina “ventaja cooperativa” y lograr una acumulación con una capilaridad territorial que impacta en un mayor desarrollo. Por otra parte, en algunas
experiencias, hay señales para aseverar que la especialización en un solo bien o servicio genera un modelo de acumulación que genera
una mayor exposición a la competencia capitalista restando las ventajas de la cooperación.
Obviamente requerimos de más y mejor investigación, pero las señales nos indican que organizar un ecosistema de emprendimientos
colectivos en lo local, apoyados por los espacios de integración económica de la economía social y solidaria es un aspecto cónsono con
la identidad, la estrategia y la necesidad de transitar hacia una economía más sostenible.
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2. En Colombia algunas tesis doctorales han explorado estas vetas. También trabajos de investigadores como Alarcón y
Álvarez, Salazar, López y Zabala.
3. Véase por ejemplo la orientación de la financiación pública promovida en medio de la pandemia (demostrada por
ejemplo en Álvarez,Bouchard y Marcuello, 2023) y propiciada por economistas tan disímiles como Mazucatto, Ha JoonChang, Stiglitz y Atalli).
4. En línea con la aplicación del principio de “preocupación por la comunidad” y entendiendo que la comunidad no se
refiere sólo al entorno físico de la organización, sino en el colectivo del cual hacen parte.
Edición 164-Agosto 2024