La cooperativa agente de progreso
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Por : *Luis Sánchez Fernández
(*Editor Periódico Clamor, Medio informativo de las entidades del sector social. Octubre 1987)
Hace ya muchos años, el primer director general de la OIT, Albert Thomas, afirmó: «hay en el mundo de hoy un fragmento considerable de la economía organizada al
que, en nuestro sentir, no se le ha concedido la debida importancia. Es el movimiento cooperativo». Esta severa afirmación hecha ante el Foro Mundial del trabajo rompió el hielo que hasta entonces mantenía a los organismos internacionales indiferentes a la promoción y desarrollo de las sociedades cooperativas.
Se permitió la presencia de la Alianza Cooperativa Internacional en el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas y se le concedió estatuto consultivo en sus relaciones, con la FAO, la UNESCO, la OIT y demás agencias internacionales. Se reconoció a nivel mundial que el movimiento cooperativo, por su filosofía solidaria, su estructura democrática, sus objetivos humanos estaba llamando a superar las fallas del sistema capitalista y a impulsar un nuevo tipo de desarrollo social.
Lamentablemente, el reconocimiento que el movimiento cooperativo tuvo en el ámbito internacional no fue el mismo que recibió a nivel nacional. A excepción de unos pocos países socialmente avanzados, las demás naciones dieron poca importancia a la acción cooperativa. Sin embargo, la actividad infatigable de los apóstoles de la economía comunitaria logro vencer un sinnúmero de obstáculos y salir adelante.
Hoy el movimiento cooperativo es considerado, en el mundo entero, como; un agente de progreso; de cuyas realizaciones en bien de la comunidad nadie puede dudar. En consecuencia, crece la preocupación de los gobiernos para darle todas las garantías y facilitar su acción. A nivel internacional la OIT adopto la recomendación 127 de 1966″; sobre el papel de las cooperativas en el progreso económico y social de los países en vía de desarrollo»; y a escala nacional se han venido aprobando legalizaciones que facilitan esa labor.
En Colombia, la participación del movimiento cooperativo en los programas de desarrollo social ha sido considerable. Sin embargo, los poderes públicos dificultan su labor, toman decisiones inconsultas y exageran las medidas de control.
En la lucha por la erradicación de la pobreza son muchas las cooperativas que siguiendo el ejemplo de las cajas Raiffeisen de Alemania, están desalojando a los intermediarios y agiotistas que se interponen entre el campesino productor y los consumidores.
Son también muchas las Cooperativas que generan empleo especialmente en la construcción de vivienda popular. En el campo de la producción y del trabajo, el sistema cooperativo puede presentar empresas sólidamente construidas que ofrecen empleos e impulsan el progreso.
Desde luego, no podemos sentirnos plenamente satisfechos. Hemos iniciado una obra y estamos resueltos a continuarla con coraje y decisión. Necesitamos, más que “cooperados; verdaderos; cooperadores” que con su dinamismo y capacidad creadora, nos acompañen en esta lucha por alcanzar los objetivos de la economía comunitaria y servir con mayor eficacia los intereses de la comunidad.