Necesitamos la reconciliación nacional
La luna de miel del Gobierno Petro con los partidos políticos acabó en la pasada crisis ministerial, sirvió para la aprobación de la Reforma Tributaria, el Plan Nacional de Desarrollo, con la creación del Ministerio de la Igualdad y en parte la Reforma Pensional, sustentada realmente por un fallo de la Corte Constitucional. Sin embargo todavía quedan algunos pedazos de la posible coalición nacional, más aún cuando el mayor partido político es siempre el que representa al ejecutivo.
En el caso de nuestro sector ya se dio el primer debate que actualiza la Ley Cooperativa de 1998. Aparte de los gremios, poca ha sido la participación sobre el tema de las empresas y mucho menos de los asociados del sector. La norma no hará que el cooperativismo se desarrolle por sí solo, pero si facilitará que quienes en él estén puedan realizar actividades propias de la asociatividad con mayor facilidad frente a autoridades. También se busca que se reconozcan las condiciones propias del cooperativismo dentro del marco regulatorio, el mismo que en muchas ocasiones busca
igualar la vigilancia del modelo asociativo como el de cualquier corporación netamente comercial.
Con la legislatura que inicia el 20 de julio, se espera que dentro de la agenda entre el programa de Gobierno propuesto en la campaña presidencial, reviviendo por ejemplo la Reforma Laboral y la de la Salud, ambas con incidencia directa sobre la actividad cooperativa.
Lo que no podemos desconocer es que será una legislatura altamente volátil, pues la medición de fuerzas de los partidos en las elecciones regionales determinará el ambiente para las próximas presidenciales, aunque faltan tres años.
Las formas
Amores y odios se dan en la política. Dependiendo de quien hable, el corazón o el cerebro tenderá a darle la razón o quitarla. Lo que advertimos desde aquí, es que la contienda electoral regional no nos puede devolver a los tiempos de la violencia. Colombia ya debe aprender la lección para rechazar cualquier expresión de exclusión. Ojala se de y quienes actualmente tienen los cargos no los utilicen para impulsar candidaturas regionales o desconocer a sus contradictores ideológicos.
Ellos no pueden cometer los mismos pecados por los cuales el país eligió un cambio. Consideramos que Colombia debe entender que es necesario un proceso de reconciliación donde la derrota en la urnas del contrario no significa su anulación o la revancha por los comportamientos del pasado. Necesitamos un país donde quepamos todos.
Foto: cortesía Uniminuto.