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diciembre 25, 2024
EDITORIAL OPINIÓN

Un mundo propio

¿Será que regresamos a la era del trueque?

Editorial edición 141

La reglamentación que pretenden imponer los gobiernos nacionales sobre las multinacionales de la tecnología ha dejado al descubierto la debilidad de los Estados después de 40 años de neoliberalismo. Ni la Corte Suprema norteamericana ha podido frenar a las empresas tecnológicas que ahora dominan nuestros datos. Son tantos que ya las máquinas empezaron a aprender, se llama inteligencia artificial. 

 

Es imposible no citar ideologías, mas aún cuando desde las diferentes campañas políticas de un mundo polarizado asistimos al cambio en regiones como Europa, Brasil, EEUU y los países Asiáticos, donde los gobiernos corporativos se disfrazan de ideologías que representan el bienestar, la prosperidad y el empleo, pero para quienes los eligieron. El bienestar, y la seguridad está a la mano, pero también para quienes la pueden pagar, mientras que los costos estatales son diluidos en poblaciones altamente grabadas. 

 

La situación ha llegado a la compra de la soberanía. Un proyecto fallido, hasta ahora, pretende crear la primera Zonas de Innovación, cerca a Silicon Valley, ciudades propias para las multinacionales. Estas regiones no solamente tendrían un sistema propio de gobierno, sino toda una reglamentación sobre los habitantes que las ocupan. Todos a merced del gobierno corporativo. El mismo que pagaría al Estado para no ser molestado. Se acuerda de la indemnización por la venta de Panamá, algo así, pero con mucho más dinero. 

 

Atrás quedarían los derechos fundamentales de los trabajadores, la policía no podría actuar en ese territorio y la seguridad sería proporcionada por organismos privados y las leyes de ese país no aplicarían dentro de ese territorio. El trabajador obnubilado por un aparente bienestar renunciaría a sus derechos fundamentales con tal de pertenecer ¿Será qué algo similar sucede en las zonas francas?

 

El dinero, amasado a partir de baratijas tecnológicas que se venden hasta por 300 veces su valor de fabricación, porque pagamos por sus licencias y patentes en pro del desarrollo. Así como los programas tecnológicos nos ofrecen un mundo paralelo donde los cuerpos no necesitarán moverse o desarrollar habilidades físicas superiores, será él quien domine. 

 

El otro producto está en la acumulación y procesamiento de la información. ¿Cuál? Cualquiera que represente una ventaja adicional. Desde descubrir que detergente prefiere la gente; cuáles son sus gustos a la hora de ver una pantalla, hasta descubrir que hacen en las horas en que aparentemente nadie los está viendo. Así se pueden reprimir revoluciones y voltear emocionalmente sociedades enteras cada vez más incultas por la masificación del mensaje.  

 

Una de las etapas de este proceso es la destrucción de las monedas nacionales. Mientras ellas compiten por su dominio y hasta se crean campos de batalla físicos, cientos de programadores desarrollan modelos propios que las dejarán sin valor. Especialmente entre los más jóvenes el dinero desaparecerá como lo conocemos. 

 

El último bastión de la soberanía, el dinero, desaparecerá pues grupos de poder impondrán nuevos sistemas de pago, sea desde dispositivos móviles o desde el código generado por nuestra huella digital o la marca de la pupila. Atrás quedará el Estado, El Estado Nación y podría pasar el Estado Corporativo Transnacional a dominar los mismos gobiernos que ahora, todavía los regulan.  

 

Los token y las monedas digitales podrán ser creadas por todos. Quienes tengan la capacidad adecuada… lograran que sean aceptados en todos los negocios su moneda como sistema de intercambio. ¿Pero quienes tienen la capacidad para generar la moda, para llevar la sociedad a aceptar o seducir a esa masa para utilizar una o determinadas monedas? Quienes ya tienen el dinero. Incluso en la cultura y el arte se empezó a dar un cambio para los más avanzados con el net.art. Tener un archivo con una obra única, claro para estar a la moda, su precio debe ser también vulgar. 

 

Atrás quedarán nuevamente sometidos quienes no tengan acceso a la tecnología, incluso quienes no la comprendan. No es para dentro de unas décadas. Se acuerda de hace unos años donde la televisión no era paga, el agua era gratis y usted no tenía un celular en la mano. Mire su cajero del supermercado y pregunte cuántos puntos ya tiene acumulado, a lo mejor los puede cambiar por unos tarros de plástico.  El cambio ya llegó. La masificación será cuestión de segundos y solo sí usted se informa podrá defenderse. Claro, primero lo convencerán que es lo mejor. 

 

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