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noviembre 21, 2024
EDITORIAL

Trampa

La campaña política ha dejado desnudos los más viles comportamientos de nuestros representantes políticos. Desde entrampamientos, montajes y manipulación abierta de la información, con la que los medios masivos de comunicación pretenden torcer la voluntad popular, son elementos a los que diariamente son sometidos los ciudadanos. Muchos de ellos sin la capacidad de reacción o de distanciamiento, para identificar las amenazas de esos fenómenos que no buscan otro objetivo que utilizarlos. 

 

La información, que es un servicio público, también se ha vuelto una moneda de intercambio, donde se justifica la tendencia o la editorialización con miras de imponer ideologías que representan los intereses de grupos económicos, donde sus propietarios, ahora de manera descarada dictan la línea editorial a través de la nómina. 

 

La cooptación de los medios es un fenómeno mundial que se produce por la crisis de la financiación de los mismos. Donde los grupos económicos descubrieron hace algunas décadas que en vez de promover las bondades de sus productos podían de manera directa y sin la mediación o regulación de un veedor, el periodista, dar su mensaje de manera impune. 

 

En uno de esos cursos, con títulos rimbombantes para los periodistas, un afamado cardiólogo nos explicaba que su bebida, popular como acompañante de comidas rápidas, no producía ningún efecto para la salud. Y que si esto sucedía era por la irresponsabilidad y abuso de sus consumidores. Años después se ha logrado determinar que si esa bebida se echa a un tornillo oxidado, en pocos minutos la rosca girará.    

 

Informarse, cuesta: escribía Ignacio Ramonet en el primer editorial de Le Monde Diplomatique, hace ya más de tres décadas, advirtiendo lo que sucedía con la compra de los medios por parte de los grupos económicos y destacando la necesidad de que los medios quedarán en manos de los periodistas. 

 

Otro elemento no menos peligroso, es la mala utilización de las redes sociales, donde otros formatos atraen grandes grupos de la población y las personas siguen aquellas que le dan mayor identificación social. Sí, somos seres gregarios. Pero algunos de esos formatos, disfrazados de medios de comunicación no cumplen con elementos básicos, propios del oficio periodístico. Son simples opinaderos  donde alguien con algún dato, lo magnífica, lo manipula y los vende sin un valor agregado. El proceso vertiginoso de la red distribuye los mensajes utilizando como rebotador al mismo receptor. 

 

En conclusión el consumo de información puede ser tan tóxico como esa bebida gaseosa, aunque el experto diga que esos tres litros al día no le van a causar ningún efecto. Evalúe, desconfíe, antes de rebotar esa información, pregúntese de dónde viene y qué soporte tiene. Usted podría salvar una vida. 

 

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