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noviembre 21, 2024
EDITORIAL

Un gobierno que abandonó a los ciudadanos

Editorial Agosto-septiembre

En estos primeros seis meses de confinamiento, causados por el Covid 19 hemos asistido a una serie de actos de corrupción, más que evidentes.

En medio de la temporada, vimos un funcionario ausente, embelesado en su imagen de presentador de televisión, sin entender el país que gobierna, preocupado por el grado de aceptación, firmando cientos de decretos. Las encuestas manipuladas pretenden recuperar el figurín.

La Reforma Laboral que no se iba a hacer, la que no existía, fue impuesta de un plumazo. Mientras que aún hay ingenuos que esperan que durante su tiempo de aplicación las condiciones sean modificadas. Cuando ya es tarde.

El debate desapareció y la política del decreto se impuso, como en las mejores etapas del Estado de Excepción de los ochenta, solo faltaron algunos hechos del Código de Seguridad, fue un retroceder de más de 20 años en la economía y más de 40 en nuestra democracia. Varios en la posibilidad de consolidar un proceso de paz, que aunque imperfecto es mejor que el de un país incendiado.

Entre tanto la mermelada. Evidente en las ropas de los comensales insaciables de la media noche, aparentemente facilitó la aprobación para la explotación del petróleo por sistemas poco amigables con el medio ambiente, y el… – Yo nunca voy a permitir el fracking para Colombia.” – fue otra de las mentiras de campaña.

La dignidad de los pobres, es decir de todos, fue llevada al máximo, los servicios públicos que eran considerados básicos, fueron acompañados de recibos escritos a mano alzada. Mientras que la desconexión, aparentemente suspendida durante el tiempo de confinamiento, sí formó parte de la cotidianidad de las familias.

La brecha digital que ya era evidente, se abrió más. La distancia entre los niños sin computador y los que tienen internet dejó espacios astronómicos. Mientras el servicio se concentra en pocos competidores, en un mercado monopólico, con tarifas que ahora representan buena parte de la canasta familiar básica.

Los trapos rojos, de quienes no aguantaron más el silencio, se destiñeron en las ventanas y balcones, ahora más pálidos que nunca. En ellos reposa una esperanza igual a la que tuvo, en una carta, el Coronel Aureliano Buendía. Nunca llegaron los mercado y quienes vieron las dos libras de arroz con el atún se dieron cuenta que estas venían acompañadas de cámaras y drones para mostrar el gesto altruista del político regional.

Los 160 mil pesos, necesarios para una lista de 35 productos, según el Dane, y la supervivencia de 15 días, de los 160 del encierro, fue recibida por pocos. Todavía hay quienes ponen el número de cédula en una pantalla, con alguna luz de esperanza. Mientras que los 370 millones de dólares pasaron por el frente de todo un país. Con una frase retadora. – ¿Y si no le gusta qué?

Vimos con lujos de detalles un Gobierno de espaldas a su pueblo. Ese pueblo que no está pidiendo limosna. Está pidiendo protección y la retribución de sus impuestos. En unos meses cuando estemos frente a las urnas acordémonos del trato que le dieron al país durante estos meses. Y los que vendrán.

 

Foto: cortesia eitb.eus

 

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