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diciembre 10, 2024
EDITORIAL

DÓNDE ESTÁN NUESTROS IMPUESTOS

Si el recaudo de impuestos se realiza bajo el principio del desarrollo de Nación y a ella pertenecemos todos. Porqué en las casas, de buena parte del país, en medio del confinamiento existe la sensación de una institucionalidad que no respaldó a sus ciudadanos y unas estructuras ineficientes, que hace rato fueron precarizadas para poder justificar su privatización, por una elite que se apropió el Estado.

Los recibos de los servicios públicos siguieron llegando, incluso, la media indica que subieron en sus montos, aunque los consumos se comportaron hacia la baja. Los plazos para pagos de impuestos como el predial y algunos tributos locales se mantuvieron en la mayoría del país. Al final, pocos recibieron mercados.

Entre tanto a través de los canales de televisión muchos alcaldes y gobernadores de manera oportuna aparecieron lista en mano, solo ante sus electores y pocos ante la totalidad de sus conciudadanos. La frase “Alguien tiene que pagar el cheque al final del día”, no es más que otra sentencia de sálvese quien pueda. Un saludo al desamparo estatal. De manera contraria las redes sociales se llenan de inconformismo.

Quienes piden ayudas son descalificados, y ante años de una educación competitiva, egoísta y que le ha inculcado al individuo la necesidad de ganar por sobre el contrario. Esta frase, como muchas otras, perfilan la sicología de los individuos, es una respuesta rápida y soberbia de quien le niega la ayuda de entrada al ciudadano. Como si esos recursos fueran propios y no públicos.

Este imaginario ubica a quien pide una ayuda como incapaz, como una persona inferior, que es sujeto de un cuestionamiento por su inutilidad, la falta de decisión o su conformismo ante las circunstancias. Ese neoliberalismo salvaje se ha metido en el ADN de las personas y somos inconscientes de ello. Vigilemos nuestro lenguaje, con el controlan nuestra ideas.

Pero en medio de las circunstancias han sido los que menos tienen, los que más han dado. Para muchos sacrificables a bajo costo, los vulnerables han mantenido sus posiciones, mientras que las corporaciones y grandes empresas piden ayudas en nombre de esos pobres y bajo la premisa de conservar sus empleos, como un acto de alta gerencia.

En unos meses veremos cuantos cumplieron esa promesa. Todavía hay quienes miran por la ventana esperando la llegada de un mercado.

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