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noviembre 22, 2024
Alveiro

Francisco Luis Jiménez Impulsor del cooperativismo productivo

Alveiro Monsalve Z

Consultor

 

De los 107 años que vivió Francisco Luis Jiménez, se puede afirmar que dedicó más de ochenta, día y noche sin descanso, al surgimiento del cooperativismo en Colombia y en Latinoamérica.

Continuando con la relación historiográfica entre pasado y presente del cooperativismo, nos referiremos ahora a este personaje, grande entre los grandes, que dejó profunda huella en la implantación del modelo cooperativo como base fundamental de la economía social y solidaria a lo largo y ancho del continente americano.

Primer marco jurídico

Este abogado antioqueño nacido el 2 de octubre de 1902, se graduó en 1930 con tesis laureada por la Universidad de Antioquia, sobre un tipo de sociedad jurídica muy poco conocida por esa época en Colombia, la sociedad cooperativa, lo que le sirvió de base para realizar la gran misión de su vida y contribuir además al primer marco jurídico cooperativo en nuestro país, la Ley 134 de 1931, pensada y redactada por su ilustre amigo el Dr. Juan María Agudelo.

En su tesis de grado, que fue su proyecto de vida hasta el final de su existencia, el joven abogado Francisco Luis Jiménez, planteó hace noventa años el camino de la economía social y solidaria como “una tercera vía”, una nueva alternativa, frente a las incoherencias y desventajas del sistema capitalista, diferente a las economías de los sectores público y privado.

Visión económica inicial

Las cuatro hipótesis de su investigación para obtener su título en Derecho fueron sólidamente argumentadas, y al mismo tiempo soluciones factibles que hoy todavía pueden aplicarse:

  1. El consumo es la variable económica que podría dominar la cooperación asociativa; fue el planteamiento de Charles Gide desde la Escuela de Nimes en Francia.
  2. El trabajo asociativo y autónomo, principalmente el productivo, en el sector agrícola e industrial, es una gran alternativa eficaz frente al predominio del gran capital.
  3. La integración cooperativa y la educación para ser solidarios harán fuerte la consolidación de una economía social centrada en el ser humano.
  4. Un nuevo marco jurídico de estas sociedades cooperativas que son empresas y también asociaciones abrirá amplios espacios a las múltiples soluciones económicas y sociales que requiere un país como Colombia.

El Dr. Jiménez, en esa época, ya tenía conocimiento de las ideas expresadas por serios estudiosos de la economía nacional que planteaban en torno a una estructura productiva y exportadora, como Alejandro López, Esteban Jaramillo, Carlos E. Restrepo, Clodomiro Ramírez, Miguel Moreno Jaramillo, personas todas casi de su generación y de alta influencia política y social.  Sus relaciones profesionales fueron siempre del más alto nivel, sin dejar de lado su contacto estrecho con la realidad social. Hay que recordar que los años treinta fueron de crisis mundial capitalista y se hacía más urgente que nunca pensar en una economía alternativa en Colombia y en el mundo.

En su autobiografía publicada en vida a la edad de noventa años, dictada a su secretaria con prodigiosa memoria muy bien documentada, que denominó El movimiento cooperativo colombiano e iberoamericano, insistió una y otra vez en la importancia del cooperativismo productivo, del trabajo asociado agroindustrial y comunitario, de la organización mutualista en el sector agrícola, y del  comercio justo para lograr que del campo a la ciudad se eliminaran los intermediarios abusivos hasta donde fuere posible.

Comienza la acción práctica

Con la ayuda de expertos venidos de Alemania en 1932, conocedores del potencial que pudiera tener el cooperativismo en las zonas cafeteras de Antioquia, propuso aplicar las políticas de desarrollo rural contempladas por el gobierno en la reglamentación de la ley 134.

El gobierno había encomendado al Consejo de cooperación adelantar convenios con varias entidades, entre ellas la Federación Nacional de Cafeteros para fomentar y difundir cooperativas cafeteras y agropecuarias, “conducentes al desarrollo de la producción, del ahorro, del crédito, de las agroindustrias, de las profesiones, artes y oficios relacionadas con el sector productivo”.  Hay que recordar que la economía colombiana giraba en ese entonces, alrededor del café. Así, en calidad de asesor experto, aprovechando el apoyo del influyente sector cafetero nacional, el Dr. Jiménez fue el pionero de la creación de más de 200 cooperativas de caficultores en Colombia y de algunas grandes cooperativas agropecuarias.

En Colombia este singular cooperativista, como presidente de Ascoop y de la OCA, impulsó un nuevo marco jurídico cooperativo para favorecer particularmente a las cooperativas agrícolas, a las de consumo y a las de vivienda y en parte a las de ahorro y crédito. Apoyó la fundación de muchas cooperativas productivas, incluyendo los comienzos de la banca cooperativa, hizo mucho énfasis en la educación como principio y fundamento de la cooperación en cada comunidad.

Organizó, el Dr Jiménez, importantes pasantías internacionales para conocer el cooperativismo productivo en diferentes países de Latinoamérica y del mundo entre ellos Estados Unidos, Alemania, Rusia y España donde recibió una condecoración del Rey, como gran cooperador mundial. Hizo grandes defensas gremiales frente a ciertas pretensiones impositivas de cada gobierno nacional y participó de manera muy activa en el primer plan de desarrollo cooperativo que hubo en el país, al comenzar la década del 80.

Su trabajo activo y sus planteamientos dejaron huella en muchos Congresos cooperativos nacionales e internacionales, en la FAO, en el Congreso mundial de la alimentación de 1963 y en reuniones regionales sobre vivienda cooperativa de la cual fue un gran apasionado desde la creación de la cooperativa habitaciones de Medellín, que fue modelo urbanístico en su época. Con su experiencia internacional apoyó activamente en Colombia a las cooperativas de productores, como las organizadas por bananeros, algodoneros, transportadores, lecheros, paneleros, caficultores, pequeños industriales, escolares y consumidores.

Cooperativas productivas

Particular mención debe hacerse del profundo estudio socioeconómico sobre las cooperativas rurales o del campo, que en 1973 el gobierno español del General Franco le encomendó al Dr. Jiménez a través de la “Obra sindical cooperación”, un importante instrumento para el desarrollo económico de España.

Las cooperativas de crédito agrícola y las Cajas rurales se venían desarrollando con fuerza en Alemania desde 1884 y su dinámica se replicó en Francia y en España.

Al respecto, este incansable cooperativista escribió en sus memorias: “En la medida que el movimiento cooperativo español es motivo de integración creciente y que nace de las voluntades individuales aliadas en cooperativas, los socios forman una unidad esencial que se vincula a otras para cumplir fines comunes, primero en uniones territoriales y luego en una unión nacional”.

Producto de esta visión se formaron en el España muchas cooperativas del campo, activas en los años setenta, y que integraban a centrales lecheras, almazaras o molinos de aceitunas, silos para almacenar granos y forrajes, fincas citrícolas, ganaderas, hortofrutícolas, plataneras y algodoneras, entre otras. En pequeñas comunidades y a nivel regional se integraban igualmente pescadores, artesanos, comerciantes, consumidores y agricultores. Todos ellos depositaban su dinero en las Cajas rurales y no en los grandes bancos comerciales, para que el capital acopiado beneficiara recíprocamente a la producción del campo.

Abriendo caminos productivos

Nos falta reconocer el esfuerzo y compromiso nacional e internacional del Dr. Francisco Luis Jiménez, su empeño por una Colombia mejor y sus ideales convertidos en una utopía por la cual valió la pena vivir. Su vida, sus ideas, su conocimiento, sus escritos, sus logros, su experiencia, hay que darlos a conocer a los jóvenes, sin miedo, con pedagogía alegre y participativa.

Un día del 2003 tuve el gusto de acompañarlo, movilizándose él en su silla de ruedas, a conocer un proyecto de vivienda para gente pobre en Medellín, que fue la realización de uno de sus últimos sueños en la vida. “En Colombia hay que pensar más en el cooperativismo de producción y no tanto en las cooperativas financieras que vienen impulsando estos líderes actuales”, nos dijo a varios cooperativistas que le acompañábamos ese día.

En ese mismo año la Alianza Cooperativa Internacional ACI, siendo presidente de ésta Ivano Barberini, en su Asamblea de Oslo, le otorgó el premio Pioneros de Roschdale, destacándolo como uno de los más grandes cooperativistas del siglo XX. Actualmente se le considera el padre del cooperativismo colombiano. Siendo hombre soltero, tal vez esta condición le permitió su plena dedicación al cooperativismo hasta sus 107 años, cuando falleció en Medellín, un 23 de marzo del 2009. Muchas cooperativas de producción agropecuaria, de transformación agroindustrial y de mercadeo rural con fácil acceso a las ciudades, bien organizadas, serían en Colombia una poderosa fuerza de transformación económica.

Fotos: Google

 

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