Una aventura solidaria en Costa Rica
Por: Isabella Figueroa Estrada
Representante Juvenil de Servivir
Integrante de las Redes Juveniles de La Equidad Seguros
y del Grupo Coomeva
Era una mañana de domingo, exactamente el siete de octubre de 2018, tomé un vuelo desde Cali hacia Bogotá, y así comencé a vivir una aventura colmada de sonrisas, aprendizajes, nuevos amigos y, sobre todo, solidaridad.
El aeropuerto fue el punto de encuentro y con gran expectativa, Ana María, Danna, María Alejandra, Vanessa, Shakén, María Daniela y Alexandra, mis compañeras de viaje, provenientes de diferentes ciudades del país; Laura, nuestra Coordinadora, y yo, volamos rumbo a Costa Rica, después del caluroso abrazo de despedida que nos regaló Emmy, Gerente de Fundequidad, fundación que lideró esta pasantía internacional.
Tras dos horas de vuelo, llegamos a nuestro destino, y al caer la noche, ya en el hotel, ubicado en una de las avenidas más históricas de San José, nos reunimos para revisar la agenda a cumplir y para conocernos un poco más, momento propicio en el que intercambiamos sueños, gustos, pensamientos y costumbres, lo que nos permitió ser un verdadero grupo.
Costa Rica es un país en el cual las cooperativas han realizado un valioso aporte al desarrollo de todos los sectores de la economía nacional, siempre procurando la equidad y la democratización en sus servicios, por tal motivo, fue el lugar perfecto para entender que el modelo solidario trasciende fronteras.
Iniciamos un nuevo día con el recorrido en la cooperativa Dos Pinos R.L. que tiene más de 70 años de experiencia en la producción de lácteos, la distingue su alto compromiso con los asociados y la comunidad en general. La cooperativa siempre está en la búsqueda de mayor rentabilidad y beneficios para sus miembros, por ello, muchos afirman que estar vinculados a Dos Pinos es una bendición y un orgullo. Fue gratificante la calidez de las personas que nos recibieron y me llamó la atención sus amplias y modernas instalaciones… y bueno, el jugo que probamos estaba delicioso (también producen jugos, helados, té, entre otros).
Posteriormente, nos dirigimos a la cooperativa de pequeños productores de café Coopesarapiquí, encargada de la comercialización de la producción cafetera de sus asociados, trabajo que está enmarcado en el sistema de Comercio Justo. Yo me sentía como en casa, apreciando majestuosos cafetales como los que tenemos en nuestra querida Colombia, pues la lluvia no fue impedimento para hacer el Tour del Café.
Al día siguiente nos esperaba el Centro de Emprendimiento de la Universidad Latina, fue magnífico ver de cerca cómo la academia se interesa en apoyar el desarrollo económico y social costarricense, a través del empoderamiento de jóvenes que anhelan materializar sus proyectos de emprendimiento.
Otra de las actividades contempladas en la pasantía fue la caminata en el frío “Cerro de la Muerte”, que se encuentra localizado entre las provincias de Cartago y San José, aquí conocimos una bella iniciativa ambiental orientada por Nai Conservation, encaminada a la conservación de Dantas, especie en peligro de extinción.
Igualmente, tuvimos tiempo para conocer lugares turísticos colmados de color, historia, naturaleza y abundantes parques. Cómo dejar de mencionar el hermoso Volcán Arenal, ubicado en la provincia de Alajuela y uno de los más reconocidos del país, y no es para menos, ¡realmente es imponente!
Cerramos la aventura en la Sociedad de Seguros de Vida del Magisterio Nacional, organización que presta servicios de previsión a trabajadores de la educación pública y privada. Su Gerente General, Georgina Díaz Sánchez, nos dio la bienvenida y con atención escuchó la intervención que hicimos acerca de nuestra experiencia a lo largo de la semana.
Según el Informe Mundial de Felicidad 2018, Costa Rica es el país más feliz de América Latina, así mismo, se destaca por ser verde y sostenible, y, con mi vivencia, lo pude comprobar. Hoy, albergo bonitos recuerdos de su gente, su gastronomía, su cultura y su incomparable paisaje, aunque hay algo que definitivamente siempre guardaré en mi mente y en mi corazón: el valor de ser solidario.
Como dirían los ticos… ¡Pura vida!