Estamos anestesiados
Desde que el ex ministro Carrasquilla dijo que una docena de huevos estaba a 1800 pesos, el tendero de la esquina se empecinó en llevar la proteína a esa cotización, pero por unidad. Va en un 30 por ciento, parece que lo logrará pronto. Y aunque las protestas, marchas y bloqueos se han ido decantando en otras formas de integración, menos rimbombantes, el precio del alimento más básico no baja.
El 42 por ciento de la población, el grueso que salió a las calles para reclamar mejores condiciones y esperanza serán ahora re victimizados, pues serán ellos a quienes no le bajarán los precios, muchos empresarios simplemente trasladaran sus pérdidas, o lo que dejaron de ganar, al consumidor final.
El tema económico golpeó a todos. Muchos se quejaron porque no pudieron viajar a la finca durante esos días, a otros les tocó caminar. Muchos vieron amenazados sus empleos y sus redes sociales se convirtieron en la nueva tarima para defender las ideas. Es obligatorio tomar posición. Se es de un lado u otro. -Yo bueno, tu malo; yo tengo la razón, tu no. Debemos evitar que la historia nos muestre nuestro pecado. Tengamos mucho cuidado, así empezó Venezuela.. dicen los que tienen un oráculo…”.
Han pasado unas horas desde que el Comité de Paro dijo que no convocaba a nuevas marchas, después del desplante del Gobierno que en medio de la protesta desarrolló una estrategia y adelantó una campaña internacional. 24 horas después un atentado en Cúcuta cambió la continuidad de los noticieros. Aparecieron otros cascabelitos. El Paro desapareció y pareciera que con él las causas que lo motivaron.
Ese dichoso paro no existe. Somos un país indolente. Mientras no sea mi problema, a mi que me importa. Si ese muchacho desapareció fue por algo. Si no lo reportan como arrestado, seguramente fue que se voló para no pagar el Icetex; si perdió un ojo era porque estaba viendo algo que no debía y si lo mataron fue por algo, para alguno, era porque no estaba recogiendo café.
Es particular ver como 24 horas después, para muchos el Paro ya no existía, ya no se volvió a hablar de él. de sus estadísticas, de sus víctimas y victimarios. Somos un país anestesiado. Yo diría que somos un país de miedosos. Preferimos negar nuestra realidad. Hemos vivido tanto el conflicto por televisión, que mientras no nos toque. A mi que me importa. Algún día nos dirán que pasó con los 70 y pico de muertos por la brutalidad oficial, los más de 350 o más desaparecidos, los ojos perdidos y los 25 casos de abuso sexual.
En unos días todo se reducirá a la cifra de la recuperación de los negocios.
Aquí no ha pasado nada. Si toca pagar un huevo a 1800, pues tocará.