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diciembre 22, 2024
EN RED Estilo de vida INVITADOS

El Jaime Duque, un lugar para celebrar el día del niño

Por: Gloria Umbacia 

Periodista 

Especial para Gestión Solidaria

Nos olvidamos de ser niños. El tiempo pasa rápido y en un suspiro se nos va la vida y, escasamente queda en nuestra memoria el recuerdo de los niños que fuimos de cuando nos divertíamos, reíamos y soñábamos que el mundo era demasiado pequeño para nosotros.

Precisamente, este fin de semana reflexione al respecto mientras celebraba el día del niño con mi sobrino de seis años quien se asombrada por todo lo que veía a su paso. ¡Hola loro! ¡Hola león! ¡Hola flamenco! Saludaba a cada animal que veía en el zoológico del parque Jaime Duque.

Tía un dinosaurio, ¡guau! Un barco pirata (refiriéndose a una réplica de un barco de madera al que subimos), ¡mira tía!, ¡mira tía! Todo, en absoluto lo asombraba. ¿Acaso cuando nos volvemos adultos perdemos la capacidad de asombro? ¿Qué pasó con nosotros?

Al celebrar el día del niño decidí rescatar la niña que hay dentro de mí y darle la oportunidad de disfrutar, reír, soñar asombrarse por todo. Me dejé impregnar de la felicidad de mi sobrino y los niños que estuvieron en el parque y le permití a la pequeña que habita en mí a disfrutar de ese maravilloso día.
Una gran fuente de agua cristalina era la antesala del edificio del cóndor por el que se da el ingreso a las escaleras de un sótano que conduce al parque y en el que se vislumbra un letrero: “Amigos míos: dejo en vuestras manos este gran parque, gloria para Colombia si podéis conservarlo. Imploro al ser supremo, por, sobre todo, le siga impartiendo sus bendiciones. Si más vidas tuviese, más vidas consagraría el servicio a la patria”, Jaime Duque.

Y al cruzar el sótano se ve a lo lejos la imponente escultura de la mano de Dios, pasando antes por el manantial de los centauros de la mitología griega (mitad hombre, mitad caballo) y al fondo la magnífica réplica del Taj Mahal, un templo del saber, en el que nos reciben Zeus y Atenea. Apolo, Simonetta y otros tantos dioses griegos nos invitan a disfrutar de las réplicas de pinturas de épocas que cuentan la historia del mundo.

El parque es inmenso, detrás de la réplica del Taj Mahal, una de las siete maravillas del mundo, se encuentra el bioparque Sabana, un lugar de ensueño, con senderos y caminos que nos permiten disfrutar del aire libre y la naturaleza, y en el que se ubica el zoológico con animales bien conservados.
El barco museo de la naval, la avioneta de la fuerza aérea colombiana y su museo, la historia del mundo desde los dinosaurios hasta la actualidad, eso y mucho más se vive en el parque Jaime Duque, lugar en el que todos volvimos a ser como niños.

Caminar, tomar fotos, compartir en la familia son la mejor excusa para celebrar la vida de los niños, pero, a propósito ¿por qué se celebra el día del niño? Paradójicamente, para conmemorar a las víctimas infantiles que dejó la Primera Guerra Mundial. Y fue un 30 de abril de 1924, fecha en que la Liga de las Naciones ratificó la Declaración de Ginebra sobre los Derechos de los Niños, que no se nos olvide proteger siempre a los pequeños y, de vez en cuando, dejar que nuestro niño interior salga y al mejor estilo de Peter Pan dejemos volar la imaginación.

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