El liderazgo del G20, crítico para asegurar alimentos sanos para la humanidad
Cambios en la dieta y pautas alimentarias nacionales más ambiciosas en estos países podrían traer beneficios climáticos, sanitarios y ambientales y reducir el riesgo de futuras pandemias
Oslo, Noruega (16 de julio 2020)—Un innovador análisis de las pautas dietarias nacionales y el consumo alimentario en veinte economías importantes de todo el mundo dado a conocer hoy revela que aumentar la ambición en estas recomendaciones gubernamentales —y asegurar su adopción— tendría un papel crucial en la reducción de las emisiones de carbono, la disminución de la destrucción ambiental, incluida la desforestación, y la reducción de riesgos de salud, ahora y para las generaciones futuras.
El informe devela que, si bien un puñado de países del G20 —como Indonesia, China, la India y Corea del Sur— actualmente mantienen pautas dietarias nacionales cercanas a niveles saludables y sostenibles, otros países del bloque —incluidos la Argentina y los estados miembros de la Unión Europea— aún tienen que abrirse a los profundos y diversos beneficios de reemplazar el consumo excesivo de carne y lácteos con una mayor ingesta de vegetales, granos y frutos secos. Para algunos países, como Indonesia y la India, el desafío es mantener dietas sostenibles al tiempo que se asegura que todas las personas tengan suficiente para comer.
«La pandemia del coronavirus ha mostrado que no podemos darnos el lujo de ignorar los peligros innecesarios que rodean nuestro sistema alimentario mundial. Nuestro informe muestra que el G20 tiene el poder de transformar profundamente cada aspecto de nuestra producción y nuestro consumo de alimentos global. Y si nos tomamos en serio eso de dar a cada persona del planeta alimentos saludables, entonces, el G20 debe tomar el liderazgo. Las pautas dietarias nacionales son las herramientas que los países pueden utilizar para impulsar la transformación que tan urgentemente se necesita hacia dietas más sanas y sostenibles y, en definitiva, hacia un sistema alimentario más resiliente», afirmó el Dr. Brent Loken, autor principal del estudio de EAT, Dietas para un futuro mejor: Reiniciar y reimaginar sistemas saludables y sostenibles en el G20, publicado hoy.
El informe continúa agregando que las pautas dietarias nacionales son más que meras pautas. También pueden usarse para determinar la adquisición pública de alimentos, guiar las iniciativas de salud pública y los programas educativos, y son un componente clave de las políticas de salud pública. Sin embargo, las pautas dietarias nacionales no serán efectiva si los alimentos que recomiendan no son asequibles para todas las personas. Por lo tanto, la asequibilidad debe ser una prioridad junto con la salud y la sostenibilidad ambiental.
Además de las pautas dietarias nacionales más ambiciosas, la mayoría de los individuos en los países del G20 tienen que cambiar radicalmente sus actuales patrones de consumo. Actualmente, los individuos en la mayoría de estos países están comiendo demasiado de los alimentos equivocados, en detrimento del clima, la salud y las economías. Si todo el globo adoptara los actuales patrones de consumo del G20, necesitaríamos entre una y 7,5 Tierras adicionales, dependiendo de qué patrón de consumo del G20 adoptara el mundo.
Este informe se hace público luego de estudios recientes que señalan los contundentes beneficios —tanto inmediatos como en el largo plazo— del cambio de dieta. Investigaciones recientes han mostrado que dietas más sanas y sostenibles harían que las cadenas de suministro nacionales fueran más resilientes ante conmociones, reducirían los riesgos financieros asociados con la producción de carne, y disminuirían la exposición a bacterias resistentes a los antibióticos usadas en los animales de granja. Un estudio fundacional publicado el año pasado descubrió que una transición en la manera en que producimos y consumimos alimentos podría desencadenar 4,5 billones de dólares en nuevas oportunidades comerciales cada año, al tiempo que se ahorrarían 5,7 billones de dólares por año en daños a las personas y al planeta. Además, el cambio de dieta puede reducir el riesgo de pandemias futuras, como la de la COVID-19.
«Los alimentos que comemos y la forma de producirlos son también factores impulsores clave en el surgimiento de virus mortales como el de la Covid-19. Una transición hacia dietas saludables y sostenibles reduciría el riesgo de futuras pandemias», afirmó Loken.
«Huellas alimentarias»
A través de una cuantificación y un análisis del consumo alimentario actual y de las pautas dietarias nacionales, el informe de EAT calcula la «huella alimentaria» total de cada país del G20. Revela que, tomado en su conjunto, este bloque —que representa el 10% de los países del mundo y el 64% de la población total— actualmente suma el 75% del total global de emisiones relacionadas con los alimentos que el planeta debe mantener para cumplir con las metas del Acuerdo de París.
El estudio descubre que aumentar el consumo de frutas, vegetales, legumbres y frutos secos y disminuir el consumo de carnes y lácteos que supera las actuales pautas dietarias nacionales reduciría la «huella alimentaria» del G20 a aproximadamente el 40% del total de presupuesto de carbono para los alimentos. Esto liberaría parte del presupuesto global de carbono para los alimentos para que otros países puedan asegurar a toda su población una alimentación saludable sin destruir aún más el planeta.
«Una transición hacia dietas saludables, como la Dieta Planetaria Saludable, es la mayor herramienta única para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con los alimentos. Nuestro informe es el primero en comparar el consumo y las pautas dietarias nacionales actuales contra la Dieta Planetaria Saludable de EAT-Lancet en y entre países del G20, lo cual revela un enorme potencial para la reducción de las emisiones y beneficios para la salud pública, al tiempo que permite una distribución más equitativa del presupuesto global de carbono para los alimentos. Actualizar las pautas dietarias nacionales para integrar las consideraciones en materia de salud y ambiente es un paso importante hacia políticas sanitarias, alimentarias y agrícolas integradas que puedan permitir que las dietas saludables y sostenibles estén disponibles y sean asequibles para todas las personas, en línea con el Acuerdo de París y los ODS», sostuvo la Dra. Gunhild Stordalen, fundadora y presidenta ejecutiva de EAT.
Sin embargo, no todos los países dentro del bloque tienen la misma «huella alimentaria». «Desde los Estados Unidos y la Argentina hasta la India e Indonesia, cada país del G20 representa una gama de dietas y tradiciones culinarias. Estos países tendrán que seguir su propia receta específica para afinar sus dietas para que se ajusten a los límites planetarias. Algunos países requieren reducciones más ambiciosas en sus emisiones per cápita de GEI relacionadas con los alimentos, mientras que otros necesitan un ligero aumento para asegurar que sus poblaciones sean saludables», afirmó Loken.
El estudio muestra, por ejemplo, que los Estados Unidos, la Unión Europea, Australia y la Argentina, entre otros países, deben recortar significativamente el consumo de alimentos con gran carga de carbono, como la carne roja y los lácteos, mientras que otros países, donde las emisiones per cápita relacionadas con los alimentos son relativamente bajas, como Indonesia y la India, deben evitar el aumento de consumo de estos alimentos que supere los niveles saludables y sostenibles, al tiempo que aseguran que toda la población tenga suficientes alimentos saludables. Se ha descubierto que el consumo excesivo de carne roja, alimentos ultraprocesados y azúcar llevan una mayor incidencia de una salud pobre y más emisiones de GEI.
Una primera vez para pautas dietarias nacionales
«Esta investigación hace que por primera vez sea posible comparar y rastrear las emisiones de carbono integradas en las pautas dietarias nacionales de cada país. Hacer eso transforma estas recomendaciones en nuevas e importantes objetivos de políticas esenciales para reducir el daño planetario proveniente de los alimentos, así como también para generar oportunidad económica, disminuir los costos ocultos y mantenerse dentro de los límites planetarios».
El estudio informa que algunos países del G20 ya han dado pasos significativos para promover dietas más saludables. Las pautas chinas revisadas recientemente, por ejemplo, recomiendan «comer una variedad de alimentos, con los cereales en la base; tener un equilibrio entre alimentación y ejercicio para mantener un peso saludable; consumir vegetales, leche y soja; y consumir una cantidad adecuada de pescado, aves, huevos y carnes magras».
«Esta investigación muestra que el sistema alimentario tiene un largo camino por delante para proporcionar dietas que logren salud y bienestar dentro de los límites planetarios. Sin embargo, la buena noticia es que gobiernos, empresas e individuos pueden hacer mucho para que estos suceda, construyendo a partir de la acción existente para llevar beneficios para todos», aseguró la profesora Corinna Hawkes, directora del Centro de Política Alimentaria de la Universidad de Londres.
Planeta bajo presión
El estudio subraya que la producción alimentaria mundial es, por sí sola, la mayor presión humana sobre la Tierra. Informa que alimentar y producir el alimento para nuestra actual población de 7.700 millones de personas representa aproximadamente ,2.5 Gt CO2eq o el 24% de las emisiones anuales. De esto, 5,6 Gt CO2eq provienen principalmente de la producción ganadera y la putrefacción de desechos alimenticios, mientras el 6,9 Gt CO2eq proviene de la producción de arroz, las prácticas agrícolas, el uso de fertilizantes, la conversión de la tierra y la desforestación principalmente para la agricultura.
Y la desforestación está empeorando. Un informe de 2020 reveló que perdimos casi 11,9 millones de hectáreas de cubierta arbórea en 2019. Casi un tercio de esa pérdida, 3,8 millones de hectáreas, tuvo lugar dentro de bosques húmedos tropicales primarios, áreas de bosques pluviales maduros que son especialmente importantes para la biodiversidad y el almacenamiento del carbono. La raíz de esta pérdida forestal en los trópicos es la agricultura en gran escala, que incluye la producción sojera, y la producción ganadera.
«La pandemia de Covid-19 ha subrayado, una vez más, que lo que comemos importa. La pandemia es una manifestación de nuestra relación rota con la naturaleza, y cómo producimos y consumimos los alimentos está en el corazón de eso. Este informe muestra claramente que el consumo de alimentos en los países del G20 es insostenible y que requeriría hasta 7,4 Tierras si se adoptara globalmente. Lograr dietas para un futuro mejor requerirá un fuerte liderazgo del G20 para implementar pautas dietarias nacionales aún más ambiciosas que inspiren elecciones alimenticias saludables dentro de los límites planetarios», dijo Joao Campari, líder de prácticas alimentarias de WWF.
Por otra parte, el impacto de una distribución más equitativa del presupuesto de carbono para los alimentos contribuiría a aliviar la pobreza y la desnutrición en países que actualmente carecen de alimentos saludables y suficientes. La Comisión EAT-Lancet mostró que adoptar una dieta más sana y sostenible salvaría aproximadamente 11 millones de vidas por año.
A pesar del rol central que el consumo y la producción de alimentos tienen en la crisis climática y su papel para poner fin a la desnutrición alrededor del mundo, los patrones de producción y consumo no han sido considerados centrales en las agendas de políticas globales como el Acuerdo de París, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) o el Convenio sobre la Diversidad Biológica.
«En este momento, está claro que podemos remontar muchas de las crisis del mundo hacia la producción y el consumo de alimentos, especialmente las de las naciones del G20. Las naciones más ricas del mundo están en una posición especial para exigir algo mejor a nuestros sistemas alimentarios para asegurar que superemos estos desafíos, al tiempo que se cosechan los beneficios», afirmó Loken.
Fotos vivus.es