ECOSISTEMAS SOLIDARIOS O ECONOMÍA PARA VIVIR MEJOR
Consultor
Cuando en 1935 el ecólogo inglés A.G. Tansley definió por primera vez el concepto de ecología como la unidad fundamental constituida por la interrelación entre ambientes físicos y biológicos que recíprocamente forman una especie de comunidad viviente, dio comienzo, tal vez sin saberlo, a una nueva visión del mundo y las personas.
Un ecosistema, como su nombre lo indica, es un conjunto sistémico y biológico integrado por una comunidad de organismos vivos que comparten un mismo medio físico. En el ecosistema los seres vivos se relacionan entre sí, son interdependientes y su hábitat físico les es común para beneficio de todos. La integración de los ecosistemas se transforma en una serie de cadenas que responden a las necesidades vitales de los organismos interdependientes en un sistema global de mayor nivel. Los ecosistemas integrados son una comunidad biológica de asombrosa capacidad viviente.
Hacia una sociedad solidaria
La sociedad por sí misma tiene muchas similitudes con un ecosistema. También la economía que sustenta la base material de la sociedad. Emulando los conceptos de biología y ecología en relación con la fauna y la flora, un sistema económico, que puede estar centrado en el capital o centrado en las personas, es la base donde se crean las condiciones ambientales uniformes como espacio vital para satisfacer las necesidades de los seres humanos. Esta base material como ambiente de vida, sería sinónimo del “hábitat económico” donde han de prosperar al tiempo el “homo económicus” y el “homo solidarius”, como comunidad biológica viviente.
En el mundo actual, entre el indescriptible océano de mercancías para el consumo y el afán voraz del capital rentable, la economía solidaria como teoría económica social, sigue siendo una utopía. Formas asociativas hay muchas y en cualquier lugar del mundo, pero entre ellas no se ha integrado un modelo sistémico global que corrija los desequilibrios del sistema socioeconómico vigente.
Ecosistemas solidarios
El concepto de ecosistema solidario sería el conjunto de personas integradas por unidades económicas asociativas como sistema de hábitats socioculturales y geopolíticos cuyo propósito sea preservar la vida en todas sus formas mediante la acción solidaria. A partir de cada forma asociativa concreta, el universo del ecosistema solidario se desarrollaría en diferentes ambientes ecológicos: comunidad, territorio, región, país y ámbito internacional. Seres solidarios actuantes dentro de su propio espacio sistémico solidario. Cultura solidaria viva convertida en comunidad ecológica con prácticas económicas solidarias que sólo respondan al bien común de todas las personas. Como dirían los ambientalistas, la biocenosis y el biotipo formando un ecosistema para preservar la vida en todas sus formas.
Aplicación del modelo prospectivo
En el 2014, en Bogotá, el Instituto de Estudios del Ministerio Público invitó a un grupo de expertos en economía solidaria para hacer un estudio prospectivo con horizonte hacia el 2031. Tuve la oportunidad de participar en los varios talleres que se realizaron y cuyo resultado se sintetizó en un libro publicado por el Instituto.
Sobre este estudio titulado “Aplicación del modelo prospectivo estratégico al sector cooperativo colombiano”, se podrían plantear varios desafíos teóricos, terminando ya la segunda década del siglo actual y teniendo en cuenta el horizonte del Estudio hacia el año 2031. Construir modelos sobre ecosistemas solidarios bien podría ser una contribución al debate teórico sobre economía global solidaria. Para ello es necesario hacer antes algunas afirmaciones apriorísticas que se plantean a continuación en este artículo:
- En Colombia se observa una significativa carencia de investigación que fundamente nuevas propuestas teóricas sobre la razón de ser de la economía solidaria. En este sentido la contribución del modelo prospectivo para avanzar en “el futuro deseado” y la aplicación de la “estrategia global” para alcanzarlo, debería ser medida año tras año desde el año 2014, y no se ha hecho. Es esta una responsabilidad moral del mundo académico, con el apoyo financiero del sector cooperativo.
- A primera vista y con base en la precaria información disponible sobre la evolución del sector cooperativo en los últimos diez años, éste ha decrecido en magnitud, cobertura e incidencia.
- Con base en las variables estudiadas del modelo, no se observan cambios que permitan avizorar el futuro prospectivo deseable: persiste el estancamiento en los factores de cambio considerados, continúa vigente sin mayor cambio el desafío de las estrategias claves contempladas en el Estudio y desarticulados los actores sociales que protagonizarían un cambio de fondo en el movimiento cooperativo.
Se observa, por tanto, bajo perfil del sector sobre su propio escenario de futuro deseado: en la política estatal, en el sistema socioeconómico vigente, en el poder hegemónico real, en la cultura geo antropológica de la sociedad actual, en el compromiso con el medio ambiente, en los medios de comunicación y en el acontecer histórico del país.
Estas afirmaciones a priori llevarían a plantear el siguiente desafío:
Triple desafío posible:
Si se mirara a la economía social y solidaria en Latinoamérica desde la perspectiva teórica mediante una visión interdisciplinaria y no sólo a la luz de la economía como ciencia social, se podría avanzar mucho más en el diseño de un modelo integral, sistémico y global que articulara en un todo, la realidad con la teoría, la doctrina económica con la política, la cultura comunitaria con el imaginario solidario y el territorio con el cuidado del medio ambiente.
Como un aporte a este desafío, sin prejuicio alguno, se ofrecen aquí estas consideraciones teóricas que podrían proponerse, a modo de cátedra libre, en escenarios académicos donde puedan debatirse con la metodología y análisis propios de las ciencias sociales:
- Teniendo en cuenta de un lado la historia específica de Europa y la revolución industrial que allí se llevó a cabo, y del otro, las condiciones en vía de desarrollo de los países latinoamericanos, surge la necesidad de diferenciar entre la economía social originada en el viejo continente y la economía solidaria emergente en Latinoamérica. Aunque ambos planteamientos tienen un trasfondo similar en su concepción teórica, sin desconocer la pluralidad de la economía, su historicidad contextual, su concepción jurídica y el alcance político que una y otra puedan tener, este mismo motivo les concede identidades diferentes.
En América Latina se debe profundizar en un modelo teórico propio, global y sistémico, sobre la economía solidaria como iniciativa de cambio económico, social, político, cultural y ambiental.
Primer desafío: la identidad teórica de la economía solidaria en América Latina, concebida como un conjunto de ecosistemas solidarios.
- Retomando las ideas de Karl Polanyi (1957) aún es posible aceptar en el tránsito del siglo XX al siglo XXI, la teoría del doble movimiento sobre las sociedades de mercado que gravitan en dos movimientos opuestos: un movimiento liberal de supremacía del mecanismo de mercado libre y autorregulado fundado en la búsqueda ilimitada de ganancia y acumulación; y un contra movimiento de resistencia al desarraigo social y político del mecanismo de mercado. Vale considerar aquí la coexistencia de la economía solidaria con la economía capitalista, donde los débiles se unan de manera simbiótica en procesos eficaces de cooperación asociativa para vencer la desigualdad económica, la exclusión social y la carencia de oportunidades. Pero si la economía solidaria no globaliza su propuesta teórica integral, resultará siempre inocua para modificar el núcleo del sistema capitalista hegemónico.
Segundo desafío: desde la perspectiva de la economía solidaria y a partir de una teoría integral sobre la intercooperación de unidades económicas lucrativas y no lucrativas, se requiere profundizar en el desarrollo de modelos sistémicos de cooperación asociativa para modificar la esencial del sistema capitalista en todas sus formas.
- Teniendo en cuenta que la economía, la sociedad y la política se fusionan entre sí con resultados históricos diferentes según sea el peso de la autoridad y el poder dominantes en el espacio y en el tiempo de cada territorio, es necesario que la economía solidaria se visibilice con su propuesta teórica subyacente en todas las formas asociativas y procesos de cooperación recíproca que le conciernen, de tal manera que la producción, la distribución, el consumo y la acumulación pública y privada, sean realmente un sistema solidario, cultural y ambiental benéfico para la sociedad en su conjunto. La teoría económica solidaria debe enfatizar el rol de la acción colectiva y de la asociatividad en todos los ámbitos de la esfera económica.
Tercer desafío: Explorar, diseñar y proponer nuevos marcos jurídicos del derecho cooperativo, sobre el amplio universo de las formas asociativas, las prácticas genuinas de la acción colectiva y la cooperación asociativa entre pequeñas unidades económicas lucrativas y no lucrativas, que hagan parte de la economía popular y solidaria, lo que permitiría transformar desde adentro al sistema económico capitalista.
En Latinoamérica hay muchos estudiosos sobre la economía solidaria como alternativa frente al sistema económico capitalista. Tal vez hagan falta más estudiosos que desde la perspectiva teórica ofrezcan al mundo una visión interdisciplinaria de la economía solidaria como ecosistema integral que comprenda variables económicas, sociales, culturales, políticas y ambientales en un contexto globalizado.
Foto. Acnur.org