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noviembre 8, 2025
Al Día ANÁLISIS

Salud mental y salud financiera: un vínculo clave que las cooperativas pueden fortalecer

Por: Julio Herrera
Gerente de cooperativas y fondos de empleados

 

El año 2025, además de ser el año internacional de las cooperativas según la ONU, también ha sido bastante significativo respecto a la salud mental, recientemente se expide la Ley 2460 que pretende transformar el enfoque de
atención sobre estas condiciones, buscando un servicio de atención más humano, integral y comunitario, amén de esto, se pretende garantizar el acceso al servicio, la dispensación de los medicamentos y la continuidad de los
tratamientos.

La salud mental de los colombianos ha venido en un deterioro preocupante dado que las cifras indican que cerca del 67% de la población ha experimentado problemas de esta índole, con mayor incidencia en las mujeres y en los jóvenes. Y la tendencia es a seguir creciendo. 

Los detonantes de este problema radican en: * Vulnerabilidad económica (desempleo, cambio de condiciones de generación de ingresos) * Falta de acceso a servicios básicos * Inseguridad y violencia * Movilidad (trancones).

Estos trastornos se presentan también en los niños, quienes se ven afectados por rebote al ver a sus padres y
adultos cuidadores con problemas de salud mental; en los niños el porcentaje de afectación es de un alarmante 44%.
El mayor riesgo es la tendencia al suicidio pues los casos de intento crecen a diario.

Ahora bien, la relación entre salud mental y salud financiera ha cobrado mayor relevancia, es más que claro que las dificultades económicas no sólo afectan el bienestar material de las personas, sino que tienen un impacto directo sobre su estabilidad emocional, sus niveles de ansiedad, autoestima, e incluso sobre su funcionalidad familiar y laboral.

Por ello es que nos debemos preguntar: ¿Qué pueden hacer las cooperativas para proteger la salud mental de sus asociados? 

La salud financiera se entiende como la capacidad que tiene una persona para cumplir con sus obligaciones económicas, planear el futuro, y manejar de forma equilibrada sus ingresos y gastos; cuando este equilibrio se rompe —por desempleo, sobreendeudamiento, enfermedades o eventos imprevistos— se generan altos niveles de estrés, inseguridad e incertidumbre.

Según estudios del Banco Mundial y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las personas con deudas impagables o ingresos inestables son más propensas a padecer trastornos como ansiedad, depresión o insomnio. 

Este deterioro emocional a su vez reduce la capacidad de tomar decisiones racionales, afecta la productividad laboral y crea una cadena de dificultades que agudiza la vulnerabilidad financiera.

Es decir, hay una relación directa entre la salud mental y la salud financiera: los problemas económicos afectan la
salud mental, y los problemas de salud mental pueden agravar la situación económica. Por eso, cualquier intervención que busque mejorar el bienestar de las personas debe contemplar ambos frentes de manera integrada.

En este escenario, las cooperativas y demás entidades del sector solidario (fondos de empleados y mutuales) tienen una ventaja diferencial. A diferencia de las entidades financieras tradicionales, las cooperativas no operan con el ánimo de lucro, sino con principios de ayuda mutua, equidad y responsabilidad social.

Esto les permite diseñar productos financieros más humanos, adaptados a las realidades de sus asociados y con mecanismos de acompañamiento que van más allá del crédito como herramienta comercial.

Uno de los grandes retos del sector solidario es evitar el sobreendeudamiento. 

Cuando una persona accede a múltiples créditos sin una adecuada planeación, o cuando dedica más del 30% de sus ingresos al pago de deudas, su salud mental puede deteriorarse rápidamente; además que la cooperativa se afecta por el registro de las partidas en el gasto por deterioro y de pérdida esperada. Hay que tener presente que una persona puede ser asociada de varias organizaciones de naturaleza similar o conexa con lo cual puede tener acceso a un multiportafolio de servicios en crédito.

Las cooperativas pueden aportar significativamente a la salud mental si promueven prácticas de crédito
responsable, como:

  1. Establecer topes claros de endeudamiento individual.
  2. Realizar asesorías personalizadas antes de aprobar un crédito.
  3. Evaluar la capacidad real de pago más allá del historial crediticio.
  4. Negociar refinanciaciones cuando los asociados enfrentan dificultades temporales.
  5. Incentivar el ahorro previo al endeudamiento.

Estas acciones no sólo previenen crisis financieras personales, sino que fortalecen el vínculo de confianza entre el asociado y su cooperativa, lo que también tiene efectos positivos en la autoestima, la motivación y el sentido de pertenencia a la cooperativa; el contacto directo entre la cooperativa o fondo de empleados y el asociado debe ser permanente, y no limitarse únicamente a la cobranza.

En los casos en que se llegue a materializar el impago se deben generar dinámicas oportunas en las que todas las partes comprendan los efectos de la mora y propongan opciones que faciliten el pago de los compromisos; tengamos de contexto que los asociados pueden recurrir a la insolvencia en la cual los efectos son muy perjudiciales para la organización.

En este escenario, a parte de las tradicionales refinanciaciones las cuales pueden agravar la situación de todos los intervinientes, se pueden crear estrategias de consenso en salud metal y financiera como estas:

Estrategias de cobranza humanizada, que privilegian el diálogo y la recuperación con dignidad, en lugar de la presión y la amenaza.

Crear líneas de crédito “Cero stress”, en donde prime la facilidad del pago basado en la realidad económica del deudor moroso (honesto). 

Dinamizar las daciones en pago y facilitar la compra/venta de esos activos.

Líneas especiales para asociados con altos niveles de ansiedad derivados de deudas.

Créditos especiales para asociados que atraviesan momentos de duelo, separación o enfermedad, con condiciones más
flexibles.

Estas iniciativas, muestran el potencial que tiene el modelo cooperativo para liderar una nueva forma de entender la salud financiera: no sólo como una meta contable, sino como una parte esencial del bienestar integral del asociado y su familia

 

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