La paz en el oriente antioqueño se logró gracias a las cooperativas
Una mayor participación en las entidades y administraciones, así como la creación de cuadros políticos propios debe ser uno de los objetivos de las cooperativas para lograr una mayor incidencia en las políticas públicas que benefician a las comunidades.
Después de los ataques de las guerrillas de la Farc, el ELN y de los grupos paramilitares a los municipios de Antioquia, especialmente del oriente del departamento, las únicas instituciones que abrían sus puertas eran la iglesia y la cooperativa del pueblo, ni las tiendas lo hacían, mucho menos la alcaldía. Era mediado de 2007.
La población que quedaba arrasada en varias de sus calles por los cilindros bomba; las balas de los irregulares y el fuego cruzado, causaron centenares de muertos, el desplazamiento de más de 330.000 personas y lo más grave, la sensación de impotencia y desasosiego de los habitantes de estos 23 municipios.
En su análisis Mónica Vahos directiva de la Fundación Solidaria del Oriente Antioqueño – Fusoan, recordó como las empresas solidarias nacieron en esta región de manera párela al conflicto armado que azotó al país durante más de cinco décadas. Era la forma de suplir la falta de institucionalidad y que las poblaciones vieran en el modelo cooperativo una esperanza, un aliento para superar las condiciones que tenían en el momento.
La investigadora afirmó que aunque las cooperativas no lo dicen expresamente han venido contribuyendo a la construcción de paz. De una manera en que los territorios donde están asentadas se evidencia una mayor y más rápida recuperación social y económica luego de minimizada la confrontación armada.
En recursos las siete cooperativas integradas en el proyecto de paz del oriente antioqueño destinaron durante 2015 más de 3780 millones de pesos; en solidaridad 2802 millones de pesos y en bienestar social 3629 millones de pesos. Recursos que han permitido que la población vulnerable acceda por ejemplo a la educación superior.
A los aportes directos a la comunidad hay que sumar que cooperativas como Confiar Coosanluis tienen fondos destinados a apalancar proyectos de carácter regional, lo que ayuda a superar causas y efectos del conflicto armado.
Vahos explicó que la presencia de las cooperativas ha permitido que las comunidades inicien procesos de autogestión, de integración. Donde se han vinculado otras formas de organización como las juntas de acción comunal, los grupos de mujeres, grupos ambientalista e incluso de niños y jóvenes.
En materia rural las cooperativas del oriente antioqueño contribuyen en promover la asociatividad y las formas de producción campesina, permitiendo a muchos de sus integrantes superar sus problemas de pobreza. El sistema sustentado sobre la educación, como base para el desarrollo, permite un proceso de acompañamiento que fortalece las capacidades del asociado en la cotidianidad de sus labores contribuyendo a desarrollar una visión empresarial de su actividad.
Con la comunidad
La directiva cooperativa hizo énfasis en las oportunidades que tienen las empresas cooperativas de celebrar las fechas especiales como el día de la mujer, de la madre, del campesino… momentos que permiten tener un contacto con los asociados, generar mayor grado de pertenencia y demostrar el verdadero interés que hay por el servicio a la comunidad.
Mónica Vahos explicó que este trabajo constante ha generado una conciencia sobre la importancia del ahorro, pues es la misma comunidad la responsable de generar una dinámica crediticia para apoyar a sus vecinos. Esto ha incrementado el grado de pertenencia y las personas sienten que su dinero vale.
El apoyo constante de las cooperativas Creafam, Coosanluis, Confiar, Coogranada, Pio XII de Guatapé, Pio XII de Cocorná y Cooabejorral, no solo mantienen su actividad dentro de la región de origen. Ante el desplazamiento de un buen número de habitantes de la zona las cooperativas ubicaron oficinas en diferentes ciudades donde los desplazados por la violencia reiniciaron sus vidas.
El poder apalancar sus nuevos proyectos productivos permitió ser constantes en sus dinámicas comerciales, pero sobre todo mantener el vínculo con sus pueblos de origen, su identidad cultural y contribuir a reconstruir la región afectada por la violencia.
El denominado Tejido Social Distante se constituyó en un nuevo compromiso social, el canal para mantener su relación con la tierra que dejaron y apoyarla en su desarrollo con los aportes y ahorros que realizan sin importar la ciudad donde se encuentran.
El aprendizaje de estos años demuestra que las cooperativas deben buscar y tener una mayor participación política, tener sus representantes en los gobiernos locales y territoriales, consejos, asambleas, alcaldías y el mismo Congreso, sin que esto signifique su vinculación a un partido político en particular, señaló Vahos.
Aunque en la zona del oriente antioqueño el plebiscito del acuerdo de la Habana fue derrotado por el doble de la votación del Sí, las cooperativas han identificado que con la superación de los frenos legales para el acuerdo definitivo es necesaria una mayor participación en los organismos políticos. Estar en los escenarios de la planeación participativa, ayudando a las comunidades a formular sus planes con un enfoque de la economía solidaria y también ayudar a vencer la desconfianza de las comunidades y por último apoyar a las organizaciones de víctimas.
Mónica Vahos directiva de la Fundación Solidaria del Oriente Antioqueño explicó que la decisión de las cooperativas de abrir oficinas donde se desplazaron las víctimas de la violencia del oriente antioqueño permitió que éstas no perdieran su vínculo con sus municipios de origen.