Formalización y generación de valor el reto de los emprendedores
Dic 2014
El emprendimiento y la creación de empresas se ha venido consolidando a nivel global como uno de los principales instrumentos para el desarrollo socioeconómico de los países y Colombia no es la excepción, durante los últimos años diferentes entidades tanto públicas, como académicas y privadas han orientado su accionar al apoyo de estas iniciativas en diferentes segmentos de nuestra población, esto sumado al ya tradicional “empuje” de los Colombianos han llevado a que se nos considere como un país de emprendedores, prueba de ello es el desempeño colombiano en diferentes estudios y rankings internacionales que abordan de una u otra forma esta temática; de acuerdo con el Doing Business (estudio liderado por la Naciones Unidas) somos uno de los principales transformadores a nivel mundial en lo que respecta a realizar mejoras en el clima de negocios, y en ese mismo sentido el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), estudio que mide la actividad emprendedora en los países, nos ha situado durante los últimos años como un país con altas tasas de actividad emprendedora.
Sin embargo, hay varios cuestionamientos sobre los que deberíamos reflexionar, que tipo de emprendimientos son los que estamos generando los colombianos, que tan sostenibles son estas iniciativas de empresa?, que tanto valor agregado están generando nuestros emprendedores?; de acuerdo con las cifras arrojadas por el GEM, en nuestro país existen más de 6,5 millones de ciudadanos entre los 18 y 65 años que se encuentran vinculados a un proceso de creación de empresas, una cifra realmente alta e importante a la hora de compararla con el total de la población económicamente activa del país, y de este universo de emprendedores una gran parte se sitúa en el rango poblacional entre los 25 y los 44 años de edad, cuyos niveles de formación en más del 50 por ciento se encuentran por debajo del bachillerato.
Necesitamos más emprendedores. Realmente nuestras necesidades como sociedad están encaminadas a contar con más y mejores emprendedores, para que las nuevas empresas de hoy sean las medianas y grandes compañías de mañana.bien a la hora de consultar a los emprendedores sobre el origen de sus iniciativas empresariales, con gran sorpresa se encuentra que la mayoría de ellos sitúan la decisión de crear sus empresas más en el análisis e identificación de oportunidades que en la solución a reales necesidades de subsistencia, nos encontramos entonces supuestamente en un país altamente emprendedor y orientado al aprovechamiento de necesidades; pero este alentador panorama empieza a desvirtuarse poco a poco al abordar otra serie de características de nuestros emprendimientos colombianos, tales como su orientación por sector económico, el nivel de uso de tecnologías y la formalización de sus actividades empresariales.
Necesitamos más emprendedores. Realmente nuestras necesidades como sociedad están encaminadas a contar con más y mejores emprendedores, para que las nuevas empresas de hoy sean las medianas y grandes compañías de mañana.
Bien a la hora de consultar a los emprendedores sobre el origen de sus iniciativas empresariales, con gran sorpresa se encuentra que la mayoría de ellos sitúan la decisión de crear sus empresas más en el análisis e identificación de oportunidades que en la solución a reales necesidades de subsistencia, nos encontramos entonces supuestamente en un país altamente emprendedor y orientado al aprovechamiento de necesidades; pero este alentador panorama empieza a desvirtuarse poco a poco al abordar otra serie de características de nuestros emprendimientos colombianos, tales como su orientación por sector económico, el nivel de uso de tecnologías y la formalización de sus actividades empresariales.
Sectorialmente encontramos que la gran mayoría de nuevas empresas en nuestro país se encuentran concentradas en el sector de servicios de consumo, el cual agrupo una gran variedad de actividades dentro de las cuales se encuentran muchas de las asociadas a procesos de comercialización, lo que implica bajos o nulos procesos de generación de valor, en este mismo sentido se ha encontrado que más del 55 por ciento de nuevas empresas son generadas sin la utilización de ningún tipo de tecnología en la implementación de sus modelos de negocio, esta situación sumada a que más del 80 por ciento de estas empresas no se encuentran formalmente constituidas, nos llevan a una nueva reflexión; pueden realmente empresas que dentro de sus modelos de negocio se orientan a procesos de baja generación de valor, que no se soportan sobre unos estándares mínimos de uso de tecnologías, y que en su gran mayoría son informales considerarse emprendimientos de oportunidad?, o por el contrario estos síntomas no son otra cosa que la evidencia de que nos encontramos ante un país de emprendedores por necesidad, y que fenómenos como el subempleo son los que realmente catapultan nuestra cultura emprendedora.
Pero si bien el panorama no es del todo alentador, es mucho lo que como sociedad se ha trabajado en torno al fomento de una cultura emprendedora, desde la promulgación de la ley 1014 de 2006, hasta la formulación de una Política Pública orientada de manera integral al tema, pasando por la generación de programas regionales de apoyo y fomento a los emprendedores, o la nueva orientación de la gran mayoría de instituciones de educación por generar espacios para la formación y desarrollo de competencias emprendedoras; el fomento al emprendimiento como estrategia de desarrollo socioeconómico es claramente una ardua tarea que no se puede desarrollar en unos cuantos años, sino que compromete un trabajo de mediano y largo plazo donde todos los actores sociales deben ser vinculados e involucrados, ahora el reto es articular las acciones, recursos y esfuerzos existentes en torno a la construcción de un ecosistema para el emprendimiento, en el que de manera sinérgica se alineen actores públicos, académicos y privados.
Y es en este sentido que las organizaciones solidarias pueden y deben cobrar un papel altamente protagónico, no solo como gestoras de programas y procesos de fomento empresarial al interior de sus organizaciones, sino como actores claves a la hora de abordar importantes temáticas como lo son la implementación de mecanismos de asociatividad para el fortalecimiento de las iniciativas empresariales de los individuos, o por otra parte para la generación de mecanismos novedosos y pertinentes para la financiación de nuestras nuevas empresas.
Solamente cuando la iniciativa, el empuje y talante de los emprendedores, pueda conjugarse con una “Industria Soporte” coordinada y adecuada a sus necesidades podremos realmente contar con una nueva clase empresarial, formalmente constituida, generadora de valor, y sobre todo con ampliad posibilidades de proyectarse de manera sostenible en el tiempo; no solo necesitamos más emprendedores, realmente nuestras necesidades como sociedad están encaminadas a contar con más y mejores emprendedores, para que las nuevas empresas de hoy sean las medianas y grandes compañías de mañana.